Mi vida consiste en enterarme, por ello tengo siempre un ojo en lo que ocurre y otro en lo que dicen que ocurre. Estoy quedándome bizca de las cosas que oigo y leo. Mientras los que vívieron la exhuberancia irracional del dinero piden, piden y se les da, hay una gran mayoría que cuenta sus miserias sus dramas y sus amarguras en televisión en vivo y en directo.
Todos los días salen familias a las que los bancos embargan sus casas, que se las quedan con el dinero de todos nosotros. Emigrantes, jubilados, autónomos y demás personas sin derecho aprotestar, no pueden ni recoger las sobras de los contenedores, porque el gallardo alcalde no quiere que le ensucien las calles, o se de una imagen mala de Madrid que se postula para ciudad olímpica. Olímpica de saltos, por los agujeros y obras.
Mientras sus señorías, hablan con palabros y ahora en lugar de crisis, tenemos una recesión igual o menor que la americana, inglesa y francesa ZP dixit. y yo me pregunto, si no salen, si no hablan más que entre ellos, si no ven, que pongan la tele, que está que lo tira informando de miseria y organizando concursos para hacerse millonario.
Pienso que lo obsceno está muy confundido. nada tiene que ver con la entrepierna, sino con la empatía o con la moral política. Y por política e refiero a cómo vives, no a la ideología.
Hoy me desayuno con la obscenidad de AIG que recibió millones de dólares, y los va a repartir entre los directivos que gestionaron la ruina de la aseguradora.
El moderno llama cambio al caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección. El mundo en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido. La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y aterra al moderno. En la época moderna hay que optar entre opiniones anacrónicas y opiniones viles.La obscenidad siempre ha estado 90 cms más arriba de dónde se la ubica.
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