lunes, 31 de diciembre de 2018

vivir más despacio.

Los fundadores de Google han creado Calico, una compañía destinada a desentrañar los secretos del envejecimiento y lograr que vivamos (quien lo pueda pagar) 500 años, en este planeta (si resiste) o en una colonia extraterrestre. El Instituto Buck es la nueva arca de Noé. En sus probetas, levaduras y gusanos viven ya mucho más de lo normal.
Sin tanto aparato tecnológico, Kant, que nunca gozó de buena salud, aprendió los secretos de la longevidad. Vivió más que sus amigos y, cuando tuvo que enterrarlos a todos, confesó amargamente la inutilidad del logro.

Ralentizar el proceso de envejecimiento, ese es el nuevo sueño del emperador. ¿No sería acaso más razonable vivir más despacio? Paladear las vivencias de cada día.

Hemos ignorado lo que dura y seguimos aferrados al tiempo absoluto de Newton, seguimos creyendo que el espacio puede medir el tiempo, cuando tanto Einstein como Bergson mostraron de un modo convincente que los relojes no miden el tiempo, sino otros relojes. Desde esta perspectiva, quizá Mozart vivió tanto como Matusalén. Ignorando estos hallazgos, el Fausto alquímico asume ahora el provincianismo norteamericano, siempre eficaz a la hora de implantar deseos al resto del planeta.
Vivir muchos años no significa vivir más. El goce es producto de la inutilidad y la pérdida de tiempo. Vivir reposado y mirar el sol aunque nos queme, para saber que delante, no detrás, está ese final que nos invita a vivir con ansia, pero reposadamente.

jueves, 27 de diciembre de 2018

lo feo es lo bonito ahora


La vida se ha vuelto muy confusa.

No resulta difícil identificar el eco de lo artificial y lo exagerado con el momento presente, de hecho una de las tendencias al alza que destaca la empresa Trendhunter es el “Mainstream campy”, que es definido como una mezcla de subversión estética y de kitsch. Andrew Bolton, el comisario de la muestra del Metropolitan —realizada en colaboración con Gucci y su director creativo actual, Alessandro Michele, rey absoluto del barroquismo fagocitador versión siglo XXI— ha subrayado cuán oportuno resulta este proyecto a la vista de la actualidad política y cultural.

Y es precisamente en estos dos campos, en la política y en la cultura, donde la poeta y crítica francesa Annie Le Brun se concentra para denunciar, en su ensayo recientemente publicado en español Lo que no tiene precio (Cabaret Voltaire), “un afeamiento del mundo que progresa sin darnos cuenta”. La acumulación y los ingentes residuos que se generan están en la base de la propagación de lo feo, según Le Brun. El turismo de masas —“ya no son seres los que viajan sino selfies”—, la contradictoria idea de las tiendas de lujo en aeropuertos, o la obsesión por cuerpos estilizados en gimnasios —“todo es belleza sobreactuada hasta la caricatura”—, son muestras de la homogeneización rampante y destructiva que subleva a la ensayista. “Al igual que el régimen soviético trataba de modelar las sensibilidades a través del arte realista socialista, parece que el neoliberalismo ha encontrado su equivalente en cierto arte contemporáneo cuya energía pasa a instaurar el reino de lo que yo denominaría el realismo globalista”, escribe. La continua creación de valor sin riqueza que caracteriza los mercados financieros se ha traspasado al terreno del arte, donde se vacía el significado en exposiciones promovidas por grandes museos y fundaciones, clama Le Brun, en un constante “saqueo-plagio de la historia del arte donde ya nada existe si no es aumentado de veinte a cincuenta veces”. Prima el sentimiento sobre todo lo demás —“la sensación, además, ya no tiene más medida que lo sensacional”— y la unicidad o distinción “consiste en pagarse el lujo de apostar por todas las contradicciones”. Atrás quedaron las artes y tradiciones populares que según Le Brun “han constituido la más formidable barrera contra la fealdad durante siglos”, fagocitadas hoy también por los gigantes del mercado.

jueves, 13 de diciembre de 2018

los reyes del baile


Que los políticos eran adictos al baile lo sabíamos: adictos a cambios de opinión , a decir que si cuando dicen no, a ser tan inocuos como un vals, a bailar la yenka como Pedro Sánchez: adelante, detrás, un dos tres...
Pero la reina del baile es Teresa May, que como siga haciéndolo tan descontrolada en el ritmo, se va a ir a practicar fuera de Downing Street.
Macron quiso acabar con los partidos y dar más poder al gobierno y le han salido unos franceses no tan partidarios del orden,vestidos de amarillo con los que se desespera porque carecen de organización y líder con el que hablar para negociar.
Estos tres lideres tienen mucha marcha, mucho baile, pero no controlan bien sus pasos por lo que les vaticino que acabarán fuera de la pista.


lunes, 10 de diciembre de 2018

ser humano, y querer



El problema de ser humano y del ser humano: que uno le coge cariño a las cosas, que se acostumbra a la vida muelle y que propende a la propiedad privada, incluso militando en partidos que la repudian. En Iberian, más.