sábado, 7 de noviembre de 2015

Guia moderna para crear una vida de ensueño (en ámerica)




Hay escuelas que enseñan a niñas a realizar labores que pueden ser las únicas importantes en sus vidas. Y no quiero dejar de ponerla aquí, porque el título del blog se adapta al de la escuela como si hubieran estado hechas la una para la otra. Esta escuela Americana tiene cursos así de completos:


FEBRUARY
FEBRUARY
The Quite Continental Charm School
A modern guide to creating a charmed life

domingo, 18 de octubre de 2015

compartir es tener






P. “Compartir es el nuevo tener”, dice el lema del Rijksmuseum. ¿Cree que ese espíritu de compartir que hay en la Red nos lleva a un mundo en que se comparte más?

R. Todo el sistema de Internet se basa en compartir y en el acceso abierto. No soy un profeta, pero el poder de la Red es tan fuerte que está provocando una gran disrupción en viejos modelos de negocio: periódicos, agencias de viajes, taxis, compañías de telecomunicaciones, moda... Te guste o no, sea malo o no, es lo que hay. En el Rijksmuseum pensamos que era mejor adaptarse que luchar contra ello porque es algo imparable. Uber y Airbnb son dos modelos de negocio estimulados por la manera de pensar de Internet. Airbnb es un buen ejemplo: ahora estamos en un hotel, es algo que pertenece al viejo mundo; y a mí me gusta el viejo mundo, tanto como el nuevo; pero así es el mundo en el que estamos viviendo, se comparte en la Red, se impone el hazlo tú mismo… La cuestión ya no es: “Yo soy el museo y yo decido lo que es bueno o lo que es malo”; eso ya no funciona.

P. En el marco de esos cambios que están experimentando nuestras sociedades, usted reclama una revisión de las legislaciones en materia de derechos de autor. ¿Está Europa equivocada en su aproximación a este asunto?

R. R. Hay cosas que deberían cambiar inmediatamente. Algunas legislaciones de derechos de autor están manteniendo el viejo mundo intacto. Proteger los derechos de los artistas mientras están vivos está bien. Pero hacerlo 70 años después de que hayan fallecido, eso ya no es válido. En China no es así; en el resto de Asia, tampoco; en Estados Unidos la legislación es más flexible. Picasso debe estar en los museos, es dominio público, es patrimonio de la humanidad que debe ser preservado. Los museos que trabajan con dinero público, y que forman parte de la esfera pública, deberían estar liberados de esos derechos de autor.

P. ¿Qué habría que hacer?

R. Hace falta una nueva legislación. En Holanda se llegaba hasta 50 años después de la muerte del artista; pero los lobbies franceses y alemanes consiguieron que en Europa fuera hasta los 70. Bastaría con que se protegiese hasta un año después del fallecimiento. Toda esta legislación de los derechos de autor viene de la primera década del siglo XX, antes de que hubiera, cámaras, faxes, computadoras… Ahora hay máquinas en todas partes que hacen copias de todo. El fenómeno de qué es una copia y qué es un original debe ser redefinido.

P. Los estudios dicen que los visitantes pasan entre 15 y 30 segundos frente a una obra de arte. ¿Es eso así? ¿Tiene sentido?

R. Es una pregunta muy personal [se ríe]. Bueno, yo lo hago a veces, cuando voy a un museo o a una tienda de antigüedades. Escaneo, tengo el ojo entrenado, y hago el zoom hacia lo que quiero. Pero 15 segundos para una obra arte es muy poco. Puedes decir que le has echado un vistazo, pero en realidad no la has visto. Recuerdo que cuando estudiaba Historia del Arte podíamos observar una obra durante dos o tres horas.

P. ¿Vivimos demasiado deprisa?

R. Hoy en día vivimos muy deprisa. Pero uno tiene que otorgarse el lujo del tiempo cuando está frente a la obra de un maestro.


Los museos están para preservar los originales y las redes para compartirlos.(la idiota)
(obra de Bruce Newman)

lunes, 28 de septiembre de 2015

la felicidad no tiene futuro




La ignorancia es la dicha (Thomas Gray, poeta inglés)


La felicidad se ha vuelto una industria. No parece pasar un día sin que algún departamento de gobierno, o universidad, o filósofo, o economista, o bloguero proponga lo que pretende ser un análisis nuevo o un plan práctico para alcanzar el sueño que todos anhelamos. Hagan una búsqueda en Amazon: hay 14.384 libros sobre la conquista de la felicidad.
Pero, ¿qué pasa si la felicidad existe no solo en nuestras mentes o corazones sino en un lugar? ¿Y qué tal si ese lugar es Paraguay? Sí, Paraguay, un país encerrado en el centro geográfico de Sudamérica al que han acudido comunidades alemanas, irlandesas, estadounidenses, australianas, finlandesas desde hace 150 años —o más, si incluimos a los misioneros jesuitas del siglo XVII— convencidos de que aquí descubrirían la utopía; un país que durante los tres últimos años seguidos ha sido, según unas encuestas globales que hace la reputada agencia Gallup, el más feliz de la tierra.

Viajé a Paraguay a ver si daba con el secreto y me encontré con una tierra que parecía tenerlo todo. Prácticamente vacía (siete millones de habitantes; casi dos veces el tamaño de Alemania), la tierra es tan fértil que los mangos se pudren en el suelo, dan aguacates de comer a los cerdos, exportan más carne que Argentina y el agua de sus grandes ríos es tan abundante que no solo supera todas las necesidades agrícolas y humanas sino que, gracias a la represa gigante de Itaipú, dispone de casi diez veces más electricidad renovable —y eterna— de la que requiere su población.
En la teología tradicional indígena, la guaraní, existe el concepto paradisíaco de “la tierra sin mal”. Pareciera que la hubiesen encontrado. Pero rasqué un poco y vi que a los humanos les quedaba algo por hacer.
La tierra es tan fértil que los mangos se pudren en el suelo, y dan aguacates de comer a los cerdos

Resulta que, en la ausencia de un sistema de justicia remotamente serio, la corrupción permea las instituciones políticas y estatales de arriba abajo, de los jueces a los policías, de los ministros a los funcionarios. Resulta también que los pobres son cada día más pobres y los pocos ricos más ricos, entre ellos el actual presidente y magnate tabacalero Horacio Cartes, que, según me contó uno de sus conocidos, confesó una vez que se metió en la política en parte porque no sabía ya qué hacer con sus millones.
Pero entonces, si Paraguay es uno de los países más injustos, más corruptos y más desiguales de la tierra, y si estamos casi todos de acuerdo que la injusticia, la corrupción y la desigualdad son los grandes males que nos azotan, ¿por qué sus habitantes dicen que son tan felices?

En primer lugar, como escribió un columnista paraguayo hace un par de semanas, porque “una de las características más connotadas de nuestra idiosincrasia” es “la obcecación”. Con la mirada puesta en la imaginaria tierra sin mal, muchos se niegan a ver el mal real que les rodea. El ejemplo más sorprendente que encontré fue el del héroe patrio, Francisco Solano López, el aniversario de cuya muerte en 1870 es el gran día de fiesta nacional. El autodenominado mariscal López fue un déspota cuyo endiosamiento y tiranía no sería superado por ninguno de los dictadores latinoamericanos que le siguieron. Durante sus ocho años en la presidencia, López ordenó la tortura y ejecución de miles, familiares cercanos incluidos, y condujo a su país a una guerra demencial contra Argentina, Brasil y Uruguay que acabó con el 85% de la población paraguaya, dejando al país sin hombres. Hoy las avenidas principales de Asunción, la capital de Paraguay, llevan el nombre de López y su Lady Macbeth, la no menos siniestra concubina irlandesa del dictador, Elisa Lynch.

La corrupción permea las instituciones políticas y estatales de arriba abajo

La segunda razón por la que los paraguayos creen ser felices es la costumbre que tienen, relacionada con la de no examinar con mucha atención el pasado, de vivir en el momento. Me lo explicó un empresario llamado Víctor González durante un recorrido en coche por la campiña que rodea Asunción. Mientras veía con mis propios ojos la extraordinaria riqueza de la tierra y la aparente serenidad —mate en mano— con la que vivían sus habitantes, González, me dijo que en guaraní, idioma que casi todos los paraguayos hablan, no existe una palabra para “mañana”. La que más que se aproxima al concepto es “Koera”, que significa “si es que amanece”. Lo cual se traduce en una actitud de no agobiarse por lo que pueda pasar en el futuro, mentalidad que González, que hoy es rico pero se crió en una chacra familiar pobre, recuerda con nostalgia.

Comentaban González y otros paraguayos con los que hablé que la infelicidad viene cuando uno genera expectativas que no puede cumplir. Esto mismo lo han demostrado estudios de la Universidad de Harvard, tesis que se demuestra en Paraguay con un dato dramático: cada día se suicida, como promedio, un joven de entre 15 y 25 años. Cada uno de ellos resuelve que mejor que el mañana no amanezca porque, en la gran mayoría de los casos, son gente de familias pobres rurales cuyos padres aspiran a más, que se mezclan —por ejemplo trasladándose a la periferia de Asunción— con jóvenes que poseen camisetas Lacoste, o zapatillas Nike, o teléfonos móviles de última generación. La felicidad de repente consiste en adquirir artefactos previamente innecesarios, ven que no pueden y, corroídos por una envidia lacerante, acaban con sus propias vidas. Está claro que Gallup no entrevistó a este particular sector de la población, como lo es que los que sí entrevistaron han preferido apartar la vista de estas desgracias.

¿Qué lecciones sacar de la experiencia paraguaya? Que la felicidad es posible si uno cierra los ojos a los inevitables males de la vida, si uno vive en el presente, si uno se conforma con lo esencial para poder vivir y logra el enorme lujo de no tener que preocuparse por el dinero. Pero falta un ingrediente para que Paraguay sea el paraíso terrenal. Antes de que los que viven afligidos por la crisis u otras penas en el resto del mundo sigan los pasos de los soñadores utópicos de antaño sería imprescindible pedir una cosa a la minoría de ricos que gobiernan Paraguay: que instalen el sine qua non de una democracia, el Estado de derecho; que la justicia sea igual para todos. Cuando llegue ese día, sí, vayamos para allá. Todo lo demás lo tienen.

(John Carlin en ELP)

jueves, 9 de julio de 2015

aprenda arte contemporáneo en cinco minutos



¿Qué es el arte moderno? ¿Por qué se ama o se odia? ¿Y por qué es siempre tan exageradamente caro? Will Gompertz, director de Arte de la BBC, exdirector de la Tate Gallery de Londres y uno de los mayores expertos del mundo, ha escrito una deslumbrante guía que cambiará para siempre la manera en que miramos el arte contemporáneo.
Desde los nenúfares de Monet hasta los girasoles de Van Gogh, pasando por las latas de sopa de Warhol y los tiburones en formol de Hirst, este libro nos descubre la historia que hay detrás de las obras, las personas que hay detrás de los artistas y la verdadera magia que esconde el arte moderno. Dirigido tanto a escépticos como a convencidos, ¿Qué estás mirando? resuelve todas las preguntas que siempre nos planteamos y nunca nos atrevimos a hacer.
En un sorprendente recorrido por los últimos ciento cincuenta años del arte salpicado de reveladoras anécdotas, Gompertz nos explica en qué consiste la genialidad de Pollock o Cézanne, cómo un urinario cambió el curso de la historia o por qué nuestro sobrino de cinco años realmente no lo haría igual. Original, irreverente y muy accesible, este libro rompe con mitos y prejuicios y hará que nuestra próxima visita a un museo sea menos intimidante y mucho más apasionante.
El autor: el maestro que siempre quisimos tener
"Dispongo del beneficio que da la experiencia, después de haber pasado la última década trabajando en el extraño y fascinante mundo del arte moderno. Fui director de la Tate Gallery durante siete años y, a lo largo de ese tiempo, visité los mejores museos del mundo y las colecciones menos conocidas que no aparecen en los recorridos turísticos más célebres. He estado en las casas de muchos artistas y he examinado las colecciones privadas de los ricos, he visitado talleres de conservación y he sido espectador de subastas millonarias de arte contemporáneo. Empecé sin tener ni idea y ahora sé algo."
Will Gompertz Periodista y presentador, Will Gompertz es director de Arte y Música de la BBC desde el año 2009. Antes fue director del área Tate Media de la Tate Modern de Londres durante siete años, donde fue responsable la expansión del museo a partir de proyectos on line, televisión, grandes eventos públicos y publicación de revistas, como la Tate Online, la web de arte más popular del Reino Unido. Gompertz ha escrito para The Guardian y el Times, y en la actualidad también es editor jefe del sitio culturecritic.co.uk. Trabaja en el mundo del arte desde que tenía 18 años, cuando fue empleado como tramoyista en el teatro Sadlers Wells de Londres. Fue director fundador de las editoriales Purple House y Shots, ésta última especializada en la imagen en movimiento.
Ha sido seleccionado como uno de las 50 mejores mentes creativas por la publicación Creativity Magazine, con sede en Nueva York. En la actualidad trabaja en la búsqueda de recursos accesibles y amenos para la divulgación y comprensión de la historia del arte contemporáneo.
Logró la fórmula de un método atractivo y directo cuando en 2009 presentó en el festival Fringe de Edimburgo el espectáculo titulado «Double Art History», inspirado en las técnicas del «stand-up comedy».
Con aquel monólogo el público se rió, participó y, al finalizar, Gompertz les sometió a un examen. Funcionó: el respetable pasó un buen rato y adquirió conocimientos. Con ¿Qué estás mirando? El autor mantiene su línea de investigación sobre la divulgación del arte contemporáneo, en el que huye de las estructuras académicas y recurre a la vivacidad de su experiencia en el sector para transmitir de manera espontánea y fresca los más importantes acontecimientos artísticos del siglo y medio revisado.
El argumento: arte moderno para todos los públicos
"El problema al que se enfrenta este público —el problema al que se enfrenta todo público— tiene que ver con la comprensión. No importa que se sea un marchante de arte bien establecido, un académico de renombre o un comisario de museo: todos ellos se pueden sentir algo desorientados si se enfrentan a una pintura o una escultura recién salida del estudio de un artista. Incluso sir Nicholas Serota, el internacionalmente respetado jefe del imperio de la Tate Gallery de Gran Bretaña, se encuentra de vez en cuando en ese estado de confusión. Una vez me dijo que se sentía un tanto «amedrentado» cada vez que entraba en el estudio de un artista y veía por primera vez una obra nueva."
«A veces no sé qué decir. Intimida», me decía. Se trata de una declaración bastante sincera realizada por un hombre que es una autoridad mundial en arte moderno y contemporáneo. ¿Qué margen nos deja eso a los demás? ¿Qué estás mirando? es la primera historia del arte contemporáneo para todos los públicos, un recorrido por las obras más importantes del último siglo y medio, un fiel retrato del grito que se escuchó por toda Europa: abajo lo viejo y arriba lo nuevo. El libro desgrana la cadena imparable, voraz y caníbal de la evolución de las artes plásticas desde que los pintores despertaron a la vida y se encontraron con la naturaleza y su genio para interpretarla de manera intuitiva, inmediata y espontánea.
Abajo el muro
Will Gompertz arranca en los orígenes de las turbulencias artísticas, con los impresionistas. Su relato recorre los vínculos y los cismas entre ismos, descifra las personalidades de los artistas, contextualiza el momento en el que surgen y se desarrollan, busca las claves que desvelan la singularidad de cada obra y reconstruye la historia del arte en un tono insólito hasta el momento en los análisis históricos: derribar el muro que se ha levantado entre el arte y el espectador. Este retrato «directo» abarca hasta nuestros días, siempre dirigido por una depurada técnica de divulgación artística que fija los detalles, adapta la terminología técnica al discurso más popular y combina anécdotas con hechos.
El resultado es un desenfadado e irreverente recorrido sin interrupciones retóricas, en el que el autor recrea a los artistas en su intimidad, en sus relaciones, descubre sus complicidades y sus tensiones, sus acuerdos y sus discordias. Gompertz se sale del cuadro para hacer una foto de todo lo que rodea a las grandes obras maestras creadas en los últimos 150 años para acabar con la aprensión y la turbación que proyectan sobre el espectador. Plantea los términos del diálogo entre el artista y su obra y resuelve las dudas sobre el genio impresionista, posimpresionista, fauvista, cubista, futurista, orfista, neoplasticista, bauhaus, dadaísta, surrealista, expresionista, abstracto, pop art, minimalista y posmodernista. Gompertz aleja a los artistas de las creencias míticas, de la leyenda y la divinidad para saciar la curiosidad del espectador.
Riguroso y cercano
Así son tanto el relato como la definición que el autor ha escrito sobre la reconstrucción de los hechos alrededor del arte hasta el día de hoy. Gompertz nunca se pierde de vista el objetivo de preguntarse qué es lo que se mira, cómo es lo que se ve y cómo interpretarlo. Para descifrar las claves más complejas de los movimientos más indescifrables, el autor se transforma en un guía personal, accesible y amable, que narra una historia del arte tan cercana al ser humano que resulta familiar. ¿Qué estás mirando? no pertenece al mundo de los conservadores, pero está muy bien documentado.
No sólo en lo relativo a fechas, obras y personajes, sino que descubre los detalles más humanos y los descartes de la historiografía. En este caso, Will Gompertz avanza abriéndose paso por las espesas teorías del arte para ayudar al espectador y permitirle comprender los secretos de la furtiva personalidad del genio del artista.
Cuestión cotidiana
Los grandes artistas tienen en común la necesidad de comunicarse a partir de ideas y sentimientos universales, de un modo personal y preciso. Si esto es así, ¿qué ha pasado, por qué hemos dejado de entenderles? Con una mirada limpia de prejuicios el autor se detiene en el lenguaje corporal de los personajes de las pinturas, en sus miradas y en su relación con el paisaje. Hace del arte una cuestión cotidiana, un asunto de todos. Gompertz entiende la historia del arte sin cotos privados, para que cualquiera pueda contemplar las maravillas de un jardín espectacular, vivo y estimulante. Mientras transita por las corrientes plásticas del siglo y medio más próximo a nosotros, realiza un demoledor retrato de las perversiones mercantiles y los cómplices de los que se sirve el arte para aislarse de la comunidad y convertirse en un objeto de lujo.
Esa la razón esencial por la que esta historia del arte es tan poco académica y tan vital: Gompertz acaba con la intimidación y entiende el vaivén de los artistas por sus ciudades como un gran vodevil en el que entran y salen de escena los grandes nombres, con sus problemas para hacerse comprender entre sus coetáneos y sus esfuerzos por formar parte de la eternidad.
Algunos puntos calientes...
El genio
El autor resalta el nacimiento del talento y la genialidad del artista, siempre con un estilo identificable. Habla de «su voz», describe «su tono», para esclarecer así el diálogo que ha mantenido el artista con el espectador, un diálogo enturbiado por el paso del tiempo y la suma de mensajes. Encuentra supuestos para afianzar esta relación rota.
La revolución
Si los impresionistas se hubieran dedicado a recorrer la ciudad y pintar escenas «humildes» como gente corriente almorzando en un parque, bebiendo o caminando, «habría sido como si Steven Spielberg se ofreciera a hacer vídeos de bodas». No se trataba de eso. Debían revolucionar.
El arte y la vida
Gompertz rescata la historia de los artistas incomprendidos, de la resistencia a la oposición de un sector con un gusto estético que no quería entender y que se reía de los avances de la vanguardia pictórica. Recrea la leyenda de los genios que han levantado sus mitos perturbando el gusto popular acomodado, con propuestas arriesgadas y modelos insólitos. El experimento por encima de la razón y contra lo previsible. Los artistas en los que se fija Gompertz han reescrito por completo el libro de las normas que regulan la relación entre el arte y la vida. La admiración y devoción por los descubrimientos, por el atrevimiento.
La visión del artista
Debate con Hockney sobre los efectos negativos del uso de la cámara en el arte, con motivo de su muestra en el Londres tomado por los Juegos Olímpicos, en la que expuso sus trabajos al óleo y en IPad. Señala con un dedo acusador a ese monstruo en todas sus encarnaciones: fotografía, cine y televisión. Cree, dice Gompertz, que la cámara ha hecho que la mayor parte de los artistas de hoy hayan renunciado a la representación figurativa, ya que les parece que una lente mecánica puede captar la realidad mejor que cualquier pintor o escultor. “Se equivocan. Una cámara no es capaz de ver lo que ve un hombre. Siempre se pierde algo”, dice Hockney.
La banalidad
«Hoy en día la palabra “genio” pasa de mano en mano como un porro en un festival de rock de los años setenta. Se califica de “genial” un vídeo colgado en YouTube en el que se ve a un niño mordiéndole un dedo a su hermano, al igual que al ganador de Factor X o la aplicación iPedo».
Los artistas (algunas píldoras)
Sobre Duchamp y el «readymade»: Marcel Duchamp es, sin lugar a dudas, el artista más reverenciado e influyente entre los artistas contemporáneos, desde Ai Weiwei a Damien Hirst.
Sobre el impresionismo y los impresionistas: Rompieron las reglas, se bajaron, metafóricamente hablando, los pantalones, y le enseñaron todos el trasero al establishment de la época antes de ponerse manos a la obra como instigadores de esa revolución que ahora llamamos arte moderno.
Sobre Gustav Courbet y sus intereses: A Courbet le gustaba su fama de artista brusco, duro, bebedor y pendenciero. Era el prototipo de hombre polémico, cercano al pueblo, que era consciente de que la popularidad de la que gozaba entre sus paisanos le permitía azuzar y pinchar al establishment.
Sobre Édouard Manet y «Almuerzo en la hierba»: A los académicos les trajo sin cuidado todo el tiempo que Manet había invertido en pintar su obra: a ellos les parecía una viñeta picante, no una perfecta obra de arte.
Sobre Edgar Degas y su proceso creativo: Degas nunca fue realmente un impresionista. No podía implicarse tanto como Monet y los demás en una pintura en plein air y prefería trabajar en su estudio a partir de bocetos.
Sobre los conservadores y artistas y su relación con la sociedad: Los conservadores de los museos y los artistas reconocen el papel de difusión que desempeñan los medios de comunicación a la hora de dar a conocer sus ideas a un público escéptico que no es especialista en la materia, pero ellos jamás se tomarían la más mínima molestia en hacerlo.
Sobre Van Gogh y su vínculo con El Greco: El Greco y Van Gogh compartían diversas pasiones que iban más allá del arte: ambos eran profundamente religiosos y despreciaban el materialismo del mundo en que les había tocado vivir.
Sobre el gusto de Gauguin: Era un varón blanco, occidental, de clase media y de mediana edad que tenía una visión romántica de los habitantes de los archipiélagos del Sur, así como un gusto irrefrenable por los voluptuosos cuerpos de las jóvenes tahitianas. […] Se rebeló contra el impresionismo y devolvió el arte al terreno de la imaginación, por lo que generaciones de artistas tendrían que estarle agradecidas.
Sobre Matisse y la conexión con el espectador: Su habilidad para hacer que cualquier marca sencilla en el lienzo establezca una conexión inmediata y profunda con el espectador eleva a Matisse de la categoría de gran pintor a la de artista genial.
Sobre Matisse y Picasso: Del cuadro de Matisse emana un torrente de emoción espontánea, el de Picasso es una respuesta meditada: Matisse es free-jazz, Picasso un concierto clásico.
Sobre Picasso y su encuentro con el arte primitivo: Hay muchos momentos «fundacionales» en la historia del arte, donde supuestamente el curso de la pintura y de la escultura cambia dramáticamente de un modo irreversible. Es lo que sucedió entonces. El encuentro de Picasso con la máscara provocó uno de los cambios más profundos de toda la historia del arte.
Sobre el cubismo y sus intenciones: El término cubismo no vale para reflejar la naturaleza de las obras pioneras que Braque y Picasso elaboraron. El término es un error: no hay cubos, casi lo contrario. El cubismo consiste en el reconocimiento de la naturaleza bidimensional del lienzo y categóricamente NO en el intento de recrear una tridimensionalidad, como la de un cubo, por ejemplo.
Sobre Pollock y su técnica: Pensaba que la pintura de caballete estaba muerta y que la solución pasaba por pintar directamente en las paredes, como hacía Diego Rivera. Consideraba su método de pintar, con la tela fijada a la pared o extendida en el suelo, como el paso anterior a un porvenir lleno de pintura mural.
Sobre el olfato comercial de Takashi Murakami: Murakami es el rey del kitsch. Es un artista-empresario de los pies a la cabeza: aprovecha las oportunidades comerciales y maneja su imperio mundial como un exitoso licenciado de una escuela de negocios.
Sobre la trayectoria de Jeff Koons: Es un artista que trabajó como bróker para financiar los primeros pasos de su carrera, se casó con una estrella del cine porno y abrió un estudio parecido a la Factory de Warhol en el que legiones de asistentes esculpen y pintan siguiendo sus indicaciones mientras él supervisa las obras.
Sobre Duchamp y el graffitti: Creo que si Marcel Duchamp estuviera vivo hoy en día, haría street art. Sería alabado dondequiera que fuese. Buena parte del arte que se produce en nuestro tiempo tiene esa actitud iconoclasta que emanaba del francés.
Sobre La Libertad guiando al pueblo, de Delacroix: Los severos académicos admitieron la obra, ajenos, o eso parece, a la subversiva representación de la Libertad pintada por Delacroix, quien, en lugar de pintar su cuerpo con líneas claras y clasicistas, le añade una mata de pelo en la axila; un toque de verismo que quizá podría haber hecho que tuvieran que usar sales para reanimar a los académicos.
Sobre Las señoritas de Aviñón, de Picasso: No se experimenta la ilusión tradicional de que las imágenes retroceden hacia el fondo; en lugar de eso las mujeres salen agresivamente del lienzo como en una película de prostitutas que hacen proposiciones, alineadas allí delante para que usted, el cliente, las elija.
Sobre Montaña de Sainte-Victoire, de Cézanne: Cézanne comenzó reduciendo la tierra, los edificios, los árboles, las montañas e incluso a la gente a una sucesión de formas geométricas. Un campo se convierte en un rectángulo verde, una casa aparece pintada como un cubo marrón y una roca puede adoptar la forma de un balón.
Sobre Composición VII, de Kandinsky: Kandinsky frustra la inclinación natural a tratar de decodificar la imagen mediante su rotunda negativa a que surja la más mínima posibilidad de identificación en el cuadro con motivo u objeto alguno. Ello convierte el cuadro en algo excitante y abrumador cuando se emprende su estudio.
Sobre Composición C (n.º III), de Piet Mondrian: Las líneas verticales y horizontales expresan las tensiones que surgen entre los polos y alma, masculino y femenino, bueno y malo, claro y oscuro, discordancia o armonía, yin y yang. Donde los ejes X e Y se cruzan o se unen, es el momento en que se establece la relación entre ambos polos y se forma el cuadrado o el rectángulo.
Sobre El carnaval de arlequín, de Joan Miró: Es obra de un hombre que estaba pensando de forma diferente. O que quizá no estuviera pensando en absoluto. Breton describía el surrealismo como «automatismo psíquico en estado puro».
Sobre El sueño, de Frida Kahlo: En la pintura, la tradición mexicana de hacer volar en pedazos el muñeco de Judas es la metáfora de librar al país de la corrupción. Es, además, un cuadro sobre la traición.
Sobre Ocre (Ocre, rojo sobre rojo), de Mark Rothko: Intentaba crear obras que transmitieran una sensación de «intimidad y humanidad» a quien se pusiera delante de ellas. Entendía que los espectadores eran los «compañeros» de sus pinturas: el ingrediente necesario para que pudieran operar sobre algo.
Sobre Díptico de Marilyn, de Andy Warhol: Es la quintaesencia de la ilusión de la fama, tal y como la fabrican los magnates del cine y los editores de las revistas de papel couché. Es un mundo aparte, donde coexisten la belleza perfecta y la felicidad desenfadada. En un contraste rotundo, la parte derecha de la obra está impresa en blanco y negro.
Sobre Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing?, de Richard Hamilton: Hamilton toca a la puerta de una sociedad optimista que contempla un futuro tecnológico en el que todo el mundo, al menos en Occidente, iba a poder llevar una vida de abundancia, consumiendo productos rabiosamente modernos, e iba a disponer del ocio suficiente para disfrutarlos. La vida estaba cambiando: del trabajo duro al alegre entretenimiento.
Sobre Todos con los que me he acostado, 1963-1995, de Tracey Emin: Olvidémonos de la máquina publicitaria, del «rollo mírame» y, por el contrario, fijémonos en su capacidad para conectar con tanta gente y en la forma tan directa con que se comunica. Puede que no tenga la capacidad de deletrear, pero posee la comprensión profunda de la claridad propia de una poeta.
Sobre Dos huevos fritos y un kebab, de Sarah Lucas: Cabe entender las esculturas de Lucas como chistes breves e infantiles o como reflexiones profundas acerca del modo en que la sociedad representa a las mujeres y el sexo. En cualquier caso, estas obras son muy representativas de su época.
Sobre La imposibilidad física de la muerte en la mente de un ser vivo, de Damien Hirst: Era una idea mucho más ambiciosa y estaba materializada con arrogante aplomo y un ojo implacable para el arte y la sarcásticamente a toda plana y en primera página: «¡Cincuenta mil libras por un pescado sin patatas!».

(Obra de Karin Sander)


jueves, 11 de junio de 2015

siento decir lo que pienso, pero lo digo




...Utilizo el muro como un espacio de transición y desconexión, no quiero pontificar ni es propiamente un lugar en el que haga “crítica de arte”; lo mismo pongo una cosa sobre política que una foto de mi perrita o un vídeo chorra. Busco, por todos los medios, distraerme, en el sentido estricto. Escribo con mil elementos que impiden que me concentre como si estuviera haciendo un “exorcismo” de la actitud meditativa clásica. Pongo la tele, escucho programas basura, pongo un disco pachanguero, contesto al teléfono, entro y salgo de facebook, mando mails, salgo a la compra, me monto a pedalear en la bicicleta estática.

Tengo en mi “estudio” varios “campos de acción” abiertos a la vez: libros en proceso, ensayos breves o largos, críticas para el periódico, columnas para las revistas en las que colaboro, TFGs y TFMs de los alumnos de grado y máster. En cada espacio hago lo que puedo y lo que me place. Como soy un detractor de la frase de Teresa de Ávila (“escribo como hablo”), lo que planteo es una “contextualización” de cada cosa, pero de forma automática; por ejemplo, lo que posteo en facebook está hecho a primera intención, como un borrador, sin corregir nada, con erratas y desastres de puntuación, como una reacción instintiva y, acaso por ello, hondamente ritualizada.

He tenido la fortuna de sufrir poquísimas censuras en mi trabajo como escritor y crítico desde los años ochenta. No quise formar parte de capillitas cuando empecé, tampoco me pedían formar parte de ninguna.  

Escribía y escribo lo que me da la gana y, por razones que ignoro, no me censuraban o meramente me cambiaban (con toda la razón) una coma o acortaban cuando me iba de madre. Cuando tengo la impresión de que algo no se puede decir tengo la jodida manía de soltarlo. Soy, desde pequeño, un incontinente y hasta inoportuno, me he columpiado en infinidad de ocasiones y puedo ser metepatas hasta niveles inconfesables, intento no ser el rey de la descortesía (otros cumplen ese papel a la perfección) pero mi carácter no me permite ser “versallesco”. He conseguido disfrutar de lo que haga durante más de tres décadas, mantengo un puñado escaso de amigos y los que me conocen saben que no voy de “coleguita” ni me gusta el pasteleo. Repito mucho una frase: siento decir lo que pienso. No es una excusa sino la tarea moral de un crítico.

( texto de una entrevista a Fernando Castro, me identifico con él en lo trivial del párrafo ya que a nivel intelectual no tengo altura)

lunes, 8 de junio de 2015

obras son amores y no buenas razones.



Hay un mundo al alcance de todos los idiotas que sienten que realmente lo son. Y que están. No tengo muy claro cuál es el contexto. Ni tampoco que ser feminista tenga que ver con cocinar para tu marido. Si un hombre hubiera dicho  ("me gusta la idea de que los hombres cuiden de sus mujeres") seguramente también habría sido tachado de machista, esa palabra tan de gatillo fácil. Y con tantas capas de pintura que acaba no significando nada. 

Si yo quiero que mi novio me llame "tontita" o si me gusta cuidarlo es algo que dudo tenga que ver con el feminismo. Salvo que, además, tenga que ver con el simplismo. El amor lo que sí tiene es mucho de sumisión. De arrastrarse frente al otro. Diga lo que diga el feminismo, Simone de Beauvoir o María Teresa Campos.

Como estado de imbecilidad transitoria, según la manida sentencia orteguiana (o como pérdida de dignidad), el amor está por encima del feminismo. Otra cosa es que podamos abrir cuentas corrientes, ir a la universidad o presentarnos a diputadas. El amor también está por encima del sentido común. Cuando uno está enamorado seguramente no debería hablar de lo que le gusta o de lo que hace por el otro porque da mucha vergüenza. O sí, qué demonios, porque casi todo el mundo puede entenderlo. Tampoco estaría de más tatuarse, al menos "perrita faldera". O gilipollas.

Y este es un tipo de amor que no gusta pero engancha. Es una dicción más peligrosa que el alcohol o la heroína. Y hay que pasar de él, porque lavida amorosa tiene mucho de compañerismo, de cariño, de equipo. El amor inquieta, el cariño tranquiliza. No se me ocurre un amor más perfecto que el amor animal. Y más imperfecto que el amor propio.

lunes, 18 de mayo de 2015

el grado cero del pensamiento: estamento y casta




El grado cero del pensamiento es una dimensión de la cultura en la que las palabras se vacían de sentido y todo discurso se convierte en una retahíla de inmundicias. El poder ya no informa, se dedican simplemente a ocultar materia oscura.

El grado cero del pensamiento es también el grado cero de la moral y el grado cero del criterio. Con el advenimiento del grado cero del pensamiento la cultura se degrada hasta convertirse en una grotesca caricatura de sí misma.

Es el momento en que el pensamiento deja paso al entretenimiento de carácter infantil y al infantilismo.
Con el grado cero del pensamiento el tiempo se convierte en un pasar sin sentido: en un pasatiempo.


El grado cero del pensamiento va creciendo sin que nos demos cuenta, hasta que se impone de forma aplastante, generando un fenómeno que acabará devastando el fondo humanista y humanitario de los sistemas que aún se sostienen: la pérdida de relieve de la vida y de la muerte.

No son una casta
los que vomitan palabras desgastadas
en el anfiteatro de la vacuidad
y de la senilidad política.

Tampoco son una clase
los que expelen frases hechas
en foros y parlamentos.

Son un estamento
incesantemente dedicado a conducirnos
al grado cero del pensamiento.

Gracias a ellos
es posible regresar al pasado
sin necesidad de recurrir a la máquina del tiempo
y disfrutar del espectáculo en vivo:
la obra que mejor representan
es la de Saturno devorando a sus hijos.

(Jesús Ferrero)



sábado, 7 de marzo de 2015

Las Damas de Génova artículo artístico-político




Por la frase o expresión "Las Damas de Génova" podemos entender, afortunadamente, algo muy diferente de las políticas que tienen su despacho en la sede del PP, sito en esta conocida y céntrica calle madrileña. Estas damas genovesas son ciertamente otra cosa, otra cosa... -las consortes reconocidas tienen nombre y apellido: María Serra de Pallavicino, Brígida Spínola de Doria.., las amantes no, y como corresponde a tan secreta condición. Son las mujeres y queridas pintadas por Rubens de los poderosos banqueros de la República de Génova (en aquel entonces una especie de "Estado Libre Asociado" a la Monarquía Española), los mismos que extendían los créditos a los reyes españoles con la misma soltura y alegría, pero mayor control, que los Rato, Bárcenas, Blesa y Cía. para las bandas mafiosas de sus amigos de partido. 

El motivo desde luego era muy otro, aunque igual de equivocado: sufragar las costosas guerras, políticas y religiosas, y frentes abiertos en el Norte del continente. Estos banqueros también tuvieron el honor de ser inmortalizados por Quevedo en el muy famoso poema satírico del "Poderoso Caballero...":

"Nace en las Indias honrado
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado".


Pues bien, estas mujeres divinas (hay más de las aquí mostradas), y divinamente pintadas por Rubens (creo que son algunas de sus obras más inspiradas, y mira que este superdotado tiene obras geniales...), eran en realidad las que manejaban (las esposas sin duda, pero las amigas también) el emporio financiero genovés que extendía sus tentáculos a todo el mundo conocido hasta entonces, y así las pinta Rubens, que tenía en Génova una especie de "pied-à-terre" a mitad de camino en sus viajes, reales o proyectados y no realizados, entre Amberes y Madrid: bien armadas de lujo y boato, satisfechas y alegres, intocables y seductoras, amantes siempre del poder y la "bella vita". 

Así pues, nada que ver estas "Damas de Génova" con nuestras contemporáneas políticas. Puede que les una la misma pasión por el poder, el dinero y la rapiña, pero jamás las actuales (son tan vulgares y catetas las pobres...) hubieran tenido la inteligencia artística y el buen gusto de querer ser pintadas por Pieter Paul Rubens. Probablemente el flamenco las habría rechazado, y ello también nos dice mucho del exquisito gusto que tenía. (El Museo del Prado que posee quizás la mayor colección de Rubens de todo el mundo no atesora ninguna obra de esta fantástica serie, las "Damas de Génova", que si bien no son conocidas bajo este epígrafe, hay historiadores como Daniela Tarabra, que así las califican, y a mí me venía muy bien mantenerlo como eficacia informativa con respecto a las otras "Damas de la Calle Génova 13 de Madrid".

Luis Francisco Pérez (gracias amigo)

(Y dos rubias, de las de siempre de Genova, acudirán a las urnas con su gracejo popular. l.i.i)

lunes, 9 de febrero de 2015

grecia y el mito del minotauro


El Minotauro sólo comía carne humana, es decir era antropófago y conforme crecía se volvía más salvaje. Cuando la criatura se hizo incontrolable, Dédalo construyó el laberinto de Creta, una estructura gigantesca compuesta por cantidades incontables de pasillos que iban en distintas direcciones, entrecruzándose entre ellos, de los cuales sólo uno conducía al centro de la estructura, donde el Minotauro fue abandonado.

A la par que el laberinto encerraba al Minotauro, uno de los hijos de Minos, Androgeo, fue asesinado en Atenas después de una competición olímpica donde quedó campeón. El rey de Creta declaró la guerra a los atenienses. Minos atacó el territorio ateniense y, ayudado por la peste que azotó a los asediados, conquistó Megara e hizo rendir a Atenas. La victoria de Minos imponía varias condiciones por la rendición, y se dice que el oráculo de Delfos fue quien aconsejó a los atenienses ofrecer un tributo a Creta. Así, una de las condiciones emergentes era entregar siete jóvenes y siete doncellas como sacrificio para el Minotauro. Existen dos versiones conocidas acerca de la frecuencia de este tributo. Según una historia, los catorce vírgenes eran enviados anualmente; en cambio, otra versión dice que los siete muchachos y las siete doncellas eran llevados cada nueve años. Los catorce jóvenes eran internados en el laberinto, donde vagaban perdidos durante días hasta encontrarse con la bestia, sirviéndole de alimento. (de la Wiki)

Grecia está en una increíble situación, y los dirigentes de Siryza han hecho una presentación de sus intenciones por Europa. Varoufakis se ha convertido en el hombre de moda, en la prensa inglesa tan "cool" se han rendido al Varoufucker -así le llaman-. Hace tiempo que un hombre así no paseaba por los pasillos nauseabundos de la política. Es un hombre, con pinta de dios griego y con mucha sensibilidad. Se atreve a decir que el momento más dramático de su vida fue cuando le abandonó su mujer y se llevo a su hija.

Como economista está más que reconocido e incluso premios Nobel hablan de él con admiración por su cabeza y su corazón. Alemania, a la que todos los "pigs" prestamos mucha pasta para anexionar el este, no está por otra cosa que por las largas tijeras de la feroz demanda del capitalismo bancario. Media Europa femenina está enamorada de él, pero Grecia necesita más de los patrocinios que de los fans.

Cierto, Grecia debe mucho dinero y las deudas se pagan. También es verdad que si dejan que pueda pagarse, y dan le tiempo para recomponerse de una deuda que sólo comía pobre carne humana como el Minotauro.

Uno de los responsables de esa deuda es el actual Presidente del BE Mario Draghi a la sazón reponsable en Europa de los terribles Golmand Sachs bad boys.Pero Draghi tiene una singularidad: entre enero de 2002 y diciembre de 2005, fue alto ejecutivo de Goldman Sachs, el gran banco de inversiones estadounidense que durante esos mismos años estaba ayudando a Grecia a ocultar su deuda a través de instrumentos financieros opacos, operación conocida como swap.

Van a estrangular a Grecia, y puede que lo consigan, pero hasta pequeña Grecia puede hacer que Alemania se salga del euro. No me lo estoy inventado, se habla de esa posibilidad. Ya se sabe que las uniones por amor a la pasta duran hasta que interesan al que va ganando.

viernes, 30 de enero de 2015

abandonar el tabaquismo de estar sentados



Ahora se puede practicar en horario de trabajo. Lo último es celebrar reuniones mientras se camina. La cifra recomendada oscila entre los 35 y los 50 kilómetros (noleer horas) por semana. En lugar de negociar proyectos o discutir ideas entre las paredes de una sala iluminada por fluorescentes, a los postres de un interminable almuerzo o incluso durante un café informal, lo más moderno es convocar a tuinterlocutor a un ‘walking meeting’. 
 
¿La principal ventaja? Agilidad física y mental. En movimiento, la mente se oxigena y el diálogo es más natural y fluido. La lucidez sale por los poros de la piel junto con el sudor de la caminata. Aquello de poner un futbolín en la sala de juntas o pufs de colores en el ‘selfservice’ para fomentar la creatividad en una atmósfera buen rollista ya está superado. 
Ahora, solo hay que acordarse al salir de casa de llevar una bolsa con ropa y calzado cómodos por si se cuela en la agenda una cita andante. Los defensores de la cultura del bienestar ya están haciendo alharacas a este nuevo procedimiento, entre ellos Arianna Huffington, la magnate de la prensa en internet de Estados Unidos. Después de haber sufrido en 2007 un colapso por agotamiento, esta periodista se replanteó su vida con unas estrategias para controlar el estrés que recomienda en su libro ‘Thrive’ (todavía no se ha publicado en España). 
 
Dormir 30 minutos más al día, desconectar todos los aparatos eléctricos del dormitorio y tirar algo al final de cada jornada como gesto liberador son algunas de ellas. Y, por supuesto, la más agradable de todas, pasear.
 
«Permanecer sentado es el tabaquismo de nuestra generación», asegura Nilofer Merchant, consultora de Silicon Valley y una de las brillantes conferenciantes de Ted Talks, que incita en su discurso (www.ted.com) a no sacrificar la salud en el trabajo por falta de actividad física. Ante un auditorio repantigado en sus butacas, lo primero que suelta provoca un respingo: «Lo que estáis haciendo justo ahora mismo os está matando». Para ella, esta cruzada de las ‘citas de paseo’ empezó cuando una persona con la que tenía que mantener una conversación de trabajo le propuso como alternativa que la acompañase a sacar a los perros. «Me parecía un poco extraño…, y sabía que yo también terminaría jadeando». 
 
Pero se apropió de la idea al ver que la "reunión" resultó muy fructífera. Ahora defiende que en contacto directo con la naturaleza, los problemas se ven desde una perspectiva distinta y que es más fácil encontrar soluciones viables y sostenibles. «Os sorprenderá ver cómo el aire fresco impulsa el pensamiento innovador», dice. Que se preparen los gimnasios, porque pueden sufrir un cataclismo de bajas.

martes, 27 de enero de 2015

las contradicciones del capitalismo serán su final


Siempre creí que el capitalismo morirá por la obscenidad capitalista. Y es desde dentro que lo llevarán a su final. De hecho, lo que ha ocurrido en Grecia augura una temporada de cambios, porque ninguno de los bipartidismos ha hecho nada por parar las noticias reales de un mundo de ricos que cada vez lo son más, en un mundo de pobres, que pagan las miserias de la crisis provocadas por el sistema con sus impuestos.  

Con todo, la cualidad de la democracia griega que hoy más echo de menos es la parresia, que consiste en atreverse a decir todo lo que uno piensa, arriesgando desde el ridículo, al ninguneo de la opinión dominante, incluido el desprecio, cuando no el odio, de los poderosos. Bailar fuera del tiesto se paga siempre a un alto precio.
Justamente, la falta de parresia explica que a la mayoría de los economistas, y con ellos a sus fieles seguidores los políticos, les haya pasado inadvertido durante casi cinco años algo tan obvio como las consecuencias financieras de la burbuja inmobiliaria. ¿Cómo se explica, por lo demás, que la inmensa mayoría de los economistas no hayan previsto la crisis?
 
Atreverse a manifestar algo que se salga del marco de los intereses dominantes lleva consigo de inmediato una descualificación que nos condena a la invisibilidad, con un alto coste en prestigio y otras gabelas que pagaríamos de buen agrado, si ello no implicase perder la plataforma pública desde la que poder alzar la voz.
Un ejemplo contundente. Se han escrito montañas de papel sobre la durísima crisis que nos aflige, sin que apenas haya saltado a la palestra el nombre de Marx, el primero que describe las crisis económicas, vinculándolas al modo de producción capitalista. En teoría no podrían existir, ya que la ciencia económica daba por descontado que el mercado acopla la producción a la demanda, pero si se presentan, como en efecto ocurre, se deberían a catástrofes naturales, malas cosechas, disturbios sociales, inflación y subida incontrolada de los salarios, explicaciones que Marx rechaza como la causa de crisis que se repiten periódicamente, todo lo más concede que podrían ser síntomas.
La superproducción, piensa Marx, es la causa última de las crisis, a la que suele preceder un periodo de especulación desmedida que en las ramas más diversas aporta una prosperidad generalizada que impulsa a producir más de lo que puede asumir el mercado. 

Las crisis estallan en la economía financiera especulativa, para luego extenderse a la economía productiva, pero su causa última es siempre la superproducción, a la que precede un periodo de expansión.
Marx subraya la gran paradoja de que, cuando la mayoría carece de lo más elemental, se acumule una gran cantidad de mercancías invendibles. Habla del “milagro de la superproducción y supermiseria, en la que puede haber superabundancia de productos, aunque a la vez la mayoría sufra bajo la aguda necesidad de los medios de vida más elementales”. La conjunción de salarios bajos y de una enorme producción de mercancías que los altos beneficios impulsan, lleva a que las mercancías tengan que venderse por debajo del coste de producción, que es lo que Marx llama superproducción, que se corresponde con un consumo muy por debajo de la capacidad productiva, infraconsumo.
 
De las crisis solo se sale llevando a cabo una completa renovación del aparato productivo, destruir para volver a construir, lo que permite al capital volver a obtener beneficios. La crisis finaliza con la recuperación de la tasa normal de beneficio, reestableciendo el equilibrio del sistema. Marx las compara con el vómito de los romanos, hacer sitio para continuar comiendo, así el capitalismo necesita autodestruirse periódicamente para volver a originar beneficios.
No cabe con la brevedad necesaria señalar aciertos y fallos de la primera teoría que se dio de la crisis, el principal error suponer que al final “las contradicciones internas” desembocarán en el fin del capitalismo, ni mucho menos completarla con la teoría de Keynes, que se centró en el domeñar las crisis para salvar el capitalismo. 

Lo único que ahora me importa subrayar es hasta qué punto la economía dogmática dominante, temerosa de la parresia, se niega a reconocer los hechos más obvios.

domingo, 11 de enero de 2015

el Museo Reina Sofía tiene director radical-chic





Manuel Borja-Villel en un editorial del nuevo de Carta (revista oficial del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) carga contra la influencia del mercado en las prácticas artísticas y la conversión del público en una masa “sumisa” que se reúne “alrededor de un líder, héroe o ídolo”, “muy distinta de la multitud que ocupa las plazas”. No confundir al 15M con la masa. – está claro que Borja no quiere confundir -.

En lo que se entiende como una autocrítica al hilo de la exposición más popular de la breve historia de la institución, Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas, el director del Museo Reina Sofía señala en su artículo  el espectáculo se ha convertido en una necesidad. Y dándose cuenta que no tiene un local radical dónde poder dar tal y como el mismo escribe “Tal vez sea la gran posibilidad de crear espacios de resistencia y libertad en una sociedad que ignora aquello a lo que no le encuentra utilidad, que no sirve”. 





Es un mundo de consumidores como este, compuesto por “individuos excitados” que “no forman un público propiamente dicho”, Manuel Borja-Villel define a esa masa que ha sobrepasado las expectativas en asistencia alentadas por la fama de Dalí, como “una amalgama no reflexiva, compuesta de subjetividades a medias, de personas sin perfil que se reúnen alrededor de un líder, héroe o ídolo, y se identifican con él”. Sumisos adoradores del dios Dalí. Y determina: “Sus actos tienden a la sumisión, no a la emancipación. De ahí que no necesite de la voz de un artista o de un intelectual que cuestione su mundo”. El intelectual y su conocimiento ha sido sustituido por el ruido y el centro comercial y los museos cada vez son más parecidos a estos últimos. Flaco favor le han hecho los espectadores al director del MNCARS, a los que fustiga por ser “masa excitada”.



El mercado y el espectáculo han hecho que lo que Borja-Villel denomina “razón populista que -según el dirigente del museo con mayor presupuesto del estado- “se caracteriza por el deseo de dirigir nuestra atención hacia lo que está exento de interés y prestarnos como novedad lo que hemos visto hasta la saciedad”.

 “El capitalismo avanzado reduce cualquier expresión estética a un producto indiferente e intercambiable”, escribe. Esa es la razón por la que más de 70.000 personas pasaron por el museo las primeras semanas de la convocatoria.. La exposición de Dalí no es la única que vincula a la "razón populista", para el director del Reina Sofía las dedicadas a Velázquez y Monet, en el Prado, o Hopper, en el Thyssen, están en la misma línea.  



En un escrito muy beligerante contra la táctica de otros museos cercanos al Reina Sofía, entregados y habituados a los pelotazos y a las mentiras, anota que la práctica artística ha quedado reducida a una cultura de consumo. Asegura que es la culpa es la precarización de la crítica, porque sus parámetros de evaluación han caído de “manera alarmante”. “El resultado es ese todo vale” tan popular en algunos sectores del arte contemporáneo”, subraya.



 “Cuando nuestra investigación de años, realizada con dinero público, acaba siendo objeto de especulación en manos privadas, nos damos cuenta de que, por desgracia, nuestro trabajo contribuye a asentar aquello que criticamos”. 

Alta cultura contra público popular. Elitismo que no está mal, pero creo que debía encontrar su público. Arriesgándose a posicionar un museo radical de bajo presupuesto. Creo que la soberbia de este señor corre pareja con su interés por molestar a quienes seguro no le leen.

Y conste que esa cultura elitista es verdaderamente interesante.