Sostiene Verdú.
Casi la mayor parte de lo grandilocuencia se utiliza para encubrir una declaración sin nada: sin grandeza, sin elocuencia y sin magra. El señor Rodríguez Zapatero es un insufrible y repetido ejemplo de este mal, tan pesado como la vaciedad de la vaciedad. ¿Carencia de inteligencia? ¿Ausencia de ideas? El incontable aburrimiento que despiden sus discursos y pronunciamientos hace entender que lo auténticamente pesado no viene de lo más espeso sino del inclemente vacío. El vacío en la mente sin idea, en el conocimiento sin, en la bovina expresión sin el menor acicate de sorpresa. (Publicado el 30/4/2009)
Copio y pego directamente, porque quiero que esté archivada no sólo en su blog, sino en el mío. Y lo hago no como plagio sino como encendido homenaje a un intelectual que merece mi mayor respeto.
Coincido y se agradece, pero hay ocasiones en que no coincido y se lo agradezco incluso más.
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