viernes, 17 de abril de 2009

marx, mickey y vuiton

Wall Street ha conseguido lo que ni Sacco ni Vanzetti ni tantos agentes dobles de la Unión Soviética ni todos los bichos anticomunistas y patriotas que con celo ejemplar persiguió McCarthy. Los americanos ya creen que es mejor que el socialismo tipo europeo les cubra la sanidad, el paro, y otras cosillas del vivir antes que los facinerosos de Wall Street se lo vuelvan a llevar crudo.
Un reciente sondeo de la casa Rasmussen –muy respetada en Norteamérica, donde ya ha clavado varias quinielas electorales- acaba de descubrir que el 47 % de estadounidenses creen que es preferible al socialismo, al capitalismo mangante. Lástima que los políticos se empeñen en no hacerlo menguante.

Salen "rojos de debajo de las piedras" dicen algunos ultraliberales o fundamentalistas financieros. Y se an ésta gente de bien, que roba a los pobres para quedárselo que si Obama era musulmán o si su mujer era Pantera Negra camuflada. Y se quejarán de tener un presidente gastón y negro. ¡Pues que se preparen para tenerlo rojo!

Nostálgicos de la dictadura del proletariado, para qué nos vamos a engañar, por suerte no son. lo que se imaginan es que ser socialista es como ser europeo y estar consentido, que te paguen el médico y la universidad, que si te echan del trabajo cobres el paro, que las guerras las hagan siempre otros, etc.

Desde ese punto de vista el socialismo sería un chollo, una especie de campamento de verano.Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo, lo que a muchos jóvenes les hace ilusión de declararse socialistas es que les parece la manera más segura, más rápida y más contundente de chinchar a los carcas. A la derecha más extrema y radicalizada y que grita más. A los grandes anfibios republicanos, mitad políticos, mitad agitadores en la radio y en la tele. Ellos son el mejor abono del nuevo rojerío americano, así sea de boquilla.
Lo cierto es que muchísima gente en el mundo vota esto o aquello no porque piense lo uno ni lo otro, sino básicamente por joder a alguien, cómo en el chiste gallego. Ese es el gran motor político de nuestro tiempo. Ojo al dato.
En éste ínclito país nuestro en el que de 100 personas 99 están de acuerdo y una piensa, lo mejor es no coincidir con los coincidentes. Porqué o algo se llevan o están esperando. Rojos, rojos muy poquitos, y rosa y malva con amarillo Mari Tere.

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