martes, 21 de abril de 2009

la realidad es un cuento

No les importa la verdad ni la mentira, han elegido hacer la voluntad de los que les creen. Nietzsche lo llamaba moral de enfermos, moral de débiles. Hay algo torcido en ese placer por el altruismo descontrolado, que cultivan algunos políticos. Pero si uno es capaz de mascar sin tragar durante unas horas puede emocionarse con las mentiras, grandes mentiras y estadísticas, y volver a casa a seguir practicando sano egoísmo y sexo sin culpa el resto de la semana.
Una vez eliminada la culpa lo único que falta es solicitar una subvención, creerse que el dinero del estado es un pozo sin fondo, asumir que una sonrisa vale más que mil ideas, ver retransmitido por televisión la vida miserable de los otros, mirar quién baila, irse a una isla para parecer un aventurero, y llegar a ofrecer 360.000 euros por la niña de Slumdog Millonaire, y publicar en un reportaje de investigación que su padre la vende.
Todo vale, cuando se ha demostrado que nada valía lo que costaba. Han llegado hace mucho las "sub prime" a los medios, y luchan por mantenerse culpando de que ya no se les crea a la información gratis que circula por internet.
Los medios y los políticos en una intensa y descarnada batalla por sobrevivir, han alcanzado sus últimos objetivos militares: la perversión de lo real en base a la audiencia.
Todos tragando el puré contaminado y sin mascar siquiera.

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