La llegada de los Bruni a España, Sarkozy y Carla, ha sido importante para demostrar que no hay nada como una mujer para llenar todo tipo de páginas, editoriales, secciones de economía, política y glamour. El triunfo de Sarko, es que además de poner la mano dónde no debe (hombro del Papa, encima de Merkel, y posándose en los glúteos esculpidos de su señora), se debe a que tiene una modelo que para las pasarelas de los aviones y los palacios, le queda con una elegancia muy francesa.
Nuestro ZP triunfa menos porque pese a que su señora es bastante elegante, canta zarzuela y hace coros, no se puede comparar con los millones de susurros vendidos por Carla.
Los Sarkozy, triunfan por la pasión arrebatadora del mandatario por ser salsa- francesa- de todas las cocinas, y porque compiten en glamour con los Obama.
Se objetará que triunfar por esposa no es obligatorio. Pero eso cada vez es menos verdad. La saturación de información inútil es tanta que, si no conoces ni a los conocidos, ¿de qué vas a conocer a los demás?
Y no olvidemos que, igual que la primera obligación de un político es ganar las elecciones aunque no sea muy listo, la segunda es conseguir minutos de televisión y portadas.
Yo no sé, reitero, qué tal gobierna éste hombre con lo que se mueve. No he querido saberlo hasta ahora por miedo a que un juicio a favor o en contra me distrajera de la pureza del fenómeno que trato de destacar aquí: esto es, el imperativo de vender humo que pesa como una espada de Damocles sobre políticos, artistas y artistillos de nuestro santuario contemporáneo.
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