Casi todos los animales cazan a sus presas atacando en línea recta, bien persiguiéndolas abiertamente hasta darles alcance o bien esperando escondidos para abalanzarse, por sorpresa, sobre ellas. Las arañas no.
Elaboran telarañas totalmente integradas al medio sobre el que las tejen, hiladas según delicados diseños y provistas de una sustancia pegajosa que les sirve para atrapar y retener a sus víctimas, para las que constituyen una trampa mortal.
Hilar para construir una teleraña les representa un gran desgaste de energía, debido a la gran cantidad de proteínas requeridas, en forma de seda. Pero una vez tejida la tela, misión cumplida. Las arañas no necesitan cazar.
Elaboran telarañas totalmente integradas al medio sobre el que las tejen, hiladas según delicados diseños y provistas de una sustancia pegajosa que les sirve para atrapar y retener a sus víctimas, para las que constituyen una trampa mortal.
Hilar para construir una teleraña les representa un gran desgaste de energía, debido a la gran cantidad de proteínas requeridas, en forma de seda. Pero una vez tejida la tela, misión cumplida. Las arañas no necesitan cazar.
Tan sólo esperar, mientras se balancean pacientemente en su sedosa y mullida hamaca, a que algún incauto caiga en los apenas visibles hilos de su red. Y todo ello de una forma muy eficiente, sin necesidad de malgastar energía cazando.
No obstante, con el transcurso del tiempo, la seda pierde adhesividad y se torna progresivamente más ineficiente para capturar presas, por lo que han de hacer labores periódicas de mantenimiento y mejora de la estructura, lo que constituye para ellas una especie de entrenamiento y entretenimiento que las mantiene alerta y "en forma".
No obstante, con el transcurso del tiempo, la seda pierde adhesividad y se torna progresivamente más ineficiente para capturar presas, por lo que han de hacer labores periódicas de mantenimiento y mejora de la estructura, lo que constituye para ellas una especie de entrenamiento y entretenimiento que las mantiene alerta y "en forma".
De ellas aprendió Madoff, que ya se sabe además de dónde sacaba tanta energía: del "círculo polar".
Subido en el caballito colombiano. Y de otros polvos....
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