Lunes comienzo de otoño, una estación que siempre me ha gustado desde que dejé de ir al cole. El verano me parece demasiado evidente, demasiada luz, demasiado calor. Es una estación de movimiento que lleva a eso que han dado en llamar " síndrome postvacacional".
Y es que ahora, toda mínima frustación tiene nombre clínico. De ahí que haya cambiado la pista de despegue por ese gato metido en una bolsa. Es mi imagen otoñal. Metida en una bolsa, sin salir a cazar. Sé que es una idea idiota y la imagen un poco ñona, pero una tiene su lado sentimentaloide y fácil. Nunca hay que esconder los fallos más evidentes.
"No importa que el gato sea negro o sea blanco, lo importante es que cace ratones" decía un recordado socialista. El gato que está como cabecera no tiene necesidad de cazar ratones, para eso estoy yo. A mí sinceramente, me dan mucho miedo los ratones, así que volveremos a lo de siempre a intentar cazar tigres...de papel.
Además, teniendo en cuenta los tiempos, y ese anuncio de economía sostenible-que es mera publicidad- la voy a llevar a su nivel más radical, y para no contaminar con pilas acabo de hacerme con un reloj quieto-parado. No voy a tener tampoco horario. ¿Como lo ven?.
Voy a vivir una vida capicúa. El reloj no paga iva, porque no va.
2 comentarios:
¡Preciosa la "otoñal" cabecera! ¡me encanta! acuérdate de darle también un poco de leche (buena)...
Con ese reloj perderás algún avión...
Un beso
Bueno, el gatito por lo menos tiene la cabeza fuera y respira, porque el que está enrollado en la alfombre se está asfixiando, el pobre!
Marcela, disfruto con tus entradas un montón.
Saludos.
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