Marx está de moda, el libro más vendido en Alemania en éste otoño-invierno ha sido "El Capital". Los banqueros, los neoliberales, los neocom, avanzan en su recién descubierta fe marxista mucho más convencidos que los marxistas de toda la vida.
Papa Estado toma las riendas de algo ingobernable sin embargo, lo hace con la convicción de los neoconversos. Para salvar el capitalismo hay que ayudarse de nacionalizaciones sin dirigentes estatales, !! que sigan los mismos, qué no sabemos que hacer!!
ZP da una vuelta de tuerca y promete más ayudas para todos: bancos, parados, emigrantes, autonomías, igualdad, nuevas tecnologías, ayuda al desarrollo, nacionalidad española para 300.000 cubanos, y todo ello con confianza, mucha confianza.
Nadie sabe lo que pasa, el apocalípsis económico avanza, y destacados economistas que estaban convencidos de la necesidad de los rescates, ahora piensan que no deben seguir haciéndose.
Los idiotas, es decir casi todos nosotros,- más ellos lo que no se creen idiotas-, sumidos en una especie de sopor, asistimos al espectáculo retransmitido al estilo Gran Hermano.
En Nueva York, Gagosian rebaja las obras de Sugimoto,-antes había lista de espera- y en Arco se impone el estilo optimismo patrio y aseguran que se ha vendido bastante.
La fe en una mezcla de globalización, innovación financiera y fundamentalismo de mercado ha desaparecido. El Estado vuelve a estar de moda. "Cuando la mayor economía y el mayor país emergente miran a la vez hacia el mismo sitio, algo pasa", afirma el economista Kenneth Rogoff.
John K. Galbraith decía que hay dos clases de expertos en economía: "Los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso". El economista Martin Wolf se apuntó ayer al primer grupo: "Honestamente, no sabemos qué va a ocurrir". "Pero lo seguro es que las próximas noticias van a ser peores", replicó el número dos del FMI, John Lipsky.
Todos vemos cómo Marx tenía razón en aquello que predijo de "en el futuro la riqueza se medirá por la cantidad de tiempo libre".
Todos con mucho tiempo libre, en España casi todos parados, con la certeza de que lo mejor es leer al yerno de Marx, Paul Lafargue en su célebre ensayo "El derecho a la pereza".
Lafargue y Laura vivieron las contradicciones de su vida privada seas marxista o capitalista. Amigos cercanos a la pareja, explicaban así aquel amor casi ejemplar "desde el escandaloso noviazgo, ambos defendían con pasión sus puntos de vista, en especial los divergentes; sin embargo, estaban dispuestos a ceder espacios con tal de ser irresistiblemente felices".
Felices y juntos se suicidaron, con pastelillos. Eso sí, a los 70 años.
Yo no soy marxista pero sí marxiana.
(Foto Thomas Mailanders)
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