¿Quién creó realmente la tarta Sacher? La emperatriz Sissí iba en una carroza dorada todas las tardes a tomar esa tarta a la pastelería Demel, que aún permanece vigente. Este establecimiento se había apropiado de la fórmula, lo que generó una larga disputa que acabó en los tribunales. El obrador del hotel Sacher ganó el juicio y, a partir de esa sentencia, logró patentar la tarta y se arrogó el derecho de lacrarla con su sello.
Corren algunas leyendas alrededor de este postre. Se dice que Sigmund Freud, en el instante del éxtasis con su mujer, Martha Barnays, entre los gemidos convulsos de placer, solía gritar: "¡Sachertorte!, ¡Sachertorte!". Por otra parte, es bien conocido que Hitler en su juventud anduvo perdido por las calles de Viena sin bigote tratando inútilmente de ingresar en la Academia de Bellas Artes. Después de varios intentos fallidos, Hitler desistió de ser artista y, al bajar por la escalinata de la academia, abandonó la calabaza, que le había otorgado el tribunal, y en uno de los peldaños se dio una palmada en la frente que le iluminó el cerebro y decidió dedicarse a la política. Si en lugar de devorar la historia hasta reducirla a escombros hubiera decidido degustar una tarta Sacher, tal vez el siglo XX habría cambiado de destino.
Hoy, en Viena, los peregrinos del subconsciente tienen dos caminos: uno lleva al despacho de Freud, en Berggasse, 19, quien, antes de huir a Londres con el diván, dejó la consulta llena de fantasmas; otro desemboca en la terraza del hotel Sacher frente a su famosa tarta de chocolate.
Raices profundas las analizadas.
(Foto Erika Svensson)
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