jueves, 17 de octubre de 2013

ser libres para ser mejores


"La pregunta es, entonces: ¿Por qué no son felices los hombres? ¿Por qué hay en la tierra tanta miseria, injusticia, incompetencia, ineficacia, brutalidad, tiranía, etcétera? La respuesta es que los hombres no han sabido cómo obtener el placer, cómo evitar el dolor. No lo han sabido porque han sido ignorantes y porque han sido atemorizados. Han sido ignorantes y atemorizados porque los hombres no son buenos y sabios por naturaleza, y sus gobernantes, en el pasado, han tenido el cuidado de que el numeroso rebaño de hombres a quienes gobernaban se mantuviera en una ignorancia artificial del buen funcionamiento de la naturaleza. Éste es el caso deliberado de trapacería de parte de los gobernantes, de parte de los reyes, soldados, sacerdotes y otras autoridades a quienes las personas ilustradas del siglo XVIII tan enérgicamente condenaron. Los gobernantes tienen un interés en mantener a sus súbditos en tinieblas, porque de otra manera sería sumamente fácil exponer la injusticia, la arbitrariedad, la inmoralidad y la irracionalidad de su propio gobierno. Así, desde los primeros comienzos del hombre se organizó (y ha seguido adelante) una antiquísima conspiración de los pocos contra los muchos, porque si los pocos no hicieran esto no podrían conservar sometidos a los muchos". 



(y en un párrafo de una carta escribe, quejándose)
...  Parece que ahora sólo vale la pena escuchar a los vencedores. El resto, Pascal, Pierre Bezukov, toda la gente de Chéjov, todos los críticos y bajas de la Deutschtum o La carga del hombre blanco, o el Siglo Americano, o el Hombre Común en Marcha, son polvo de la historia, lishnye lyudi ["hombres superfluos", según palabras de Turguenev y Dostoievski], los que han perdido el tren de la historia, ratitas inferiores a los rebeldes de Ibsen, todos ellos Catilinas y dictadores en potencia. Sin duda nunca hubo una época en la que se rindiera más homenaje a los abusivos como tales, y mientras más débil la víctima, más sonoros (y sinceros) sus aduladores.

Isaiah Berlin

1952

9 comentarios:

D.F. dijo...

Amen, cuanta razón en tan poco texto... Un saludo.

marcela dijo...

Si Berlin es un fiosofo a revisar, cualqier tiempo pasado fue igual.
Un saludo.

Blue dijo...

Así fue, es y será, y ¿lo único que nos queda es jugar a volar?
Me quedo con el artilugio ese porque lo otro ya lo doy por perdido.

Besos, Marcela.

Genín dijo...

El primer párrafo lo podría haber escrito yo, me refiero al contenido porque no lo habría escrito tan bien claro, pero apenas ayer, hablando con un amigo, estaba diciendo prácticamente lo mismo, solo que haciendo énfasis en la Iglesia :))
Besos y salud

marcela dijo...

Blue, que quieres que te diga, el artilugio es un dedo que no acusa sino que vuela. Terminremos todos volados de la cabeza y perdidas todas las esperanzas. Tolos, tolos.
Un besiño

marcela dijo...

Genin todos compartimos esos pensamientos y los cuelgo para recordarlos. Vamos siempre en la misma dirección: la mala.
Besos y salud.

India dijo...

Inmensa la entrada, se crece con los comentarios, y el artilugio (como dice Blue) es total...

Un dulcecín para envolver en celofán, pero no... porque conviene zampárselo.
beso

Frankie dijo...

El mundo ha funcionado y funciona a dos velocidades, sino mas. Si te pilla en la velocidad lenta, a la que discurrimos los curritos, uno de los pocos refugios que te quedan es la cultura. Y aún aquí corres el peligro de la confusión o de la indigestión.

Ese cacharrito de la foto es diabólico. Se puede uno volver loco utilizándolo.

Besos, Marcela libre.

David dijo...

Vale. De acuerdo en el primer párrafo...pero en lo de los "rebeldes" de Ibsen como Catilinas y dictadores en potencia.
No sé. A mí el "rebelde" de Un enemigo del pueblo no me parece un dictador... Pero como Berlin no especifica, pues no sé.
Un abrazo.