¿Quién dice más tonterías en el discurso del mánagement, los hombres o las mujeres?
Pensaba que conocía la respuesta de esta intrigante pregunta: el hombre supera a la mujer siempre. Esto se debe a que los hombres son más aficionados a las metáforas deportivas, y a que les gusta asumir el reto al tiempo que elevan el listón para el banquillo de su equipo.Pero también a que el propósito de esta jerga es mostrarte como un fanfarrón o sustituir ideas, y las mujeres muestran una menor inclinación a la fanfarronería y a hablar antes de determinar lo que tienen que decir.
Sin embargo, me han sucedido varias cosas recientemente que me hacen dudar de la superioridad de los hombres a la hora de decir tonterías. La primera de ellas fue un almuerzo al que asistí para ejecutivas. En las peroratas de estas mujeres se produjo una orgía de “tender manos” y “generar valor” y “mirar al futuro” que habría hecho que un hombre se sintiera como en casa.
Al día siguiente recibí el programa del mayor congreso de mujeres que haya visto el mundo. Esta semana, 30.000 mujeres se reunirán en Long Beach y otro millón seguirá por Internet un evento organizado por Maria Shriver, la Primera Dama de California, en el que hablarán Michelle Obama, Meg Whitman y Billie Jean King.
El vídeo promocional del evento muestra a Shrivel diciendo toda una lista de estupideces.
“Ser lo que somos es, de hecho, el mayor regalo que podemos hacernos a nosotras mismas, a nuestra comunidad y al mundo”, afirma.
¿Ser lo que soy es un regalo o una tautología? Si es el mejor regalo que puedo hacer, resulta vergonzoso tanto para mí como para nuestra comunidad y nuestro mundo, ya que sin duda merecemos algo mejor.El objetivo de la conferencia es dar fuerza, educar e inspirar a las mujeres para que sean las “Arquitectas del Cambio®”. Pero no tengo muy claro por qué alguien querría ser algo así. Un arquitecto es alguien que diseña un edificio y que siempre discute posteriormente con los constructores que lo edifican y con los clientes que pagan por él. Y si fuera arquitecta, lo último que querría “arqueticturizar” (un nombre totalmente aceptado como verbo en los círculos del mánagement) sería el cambio, en general. Un buen cambio es bueno, un mal cambio es malo, y, en ocasiones, el statu quo es el mejor de todos.
Podría pensarse adopto una postura comedida. Después de todo, se trata de California, y este programa va dirigido a todas las mujeres, no sólo a las brillantes. De hecho, uno de los “rompedores debates” se titula: “¿Te sientes cómoda en traje de baño?”
No existe tal excusa para las Mujeres de Wall Street, que también celebran su fiesta anual esta semana.
La invitación al evento comienza: “¿Qué se interpone entre ti y tu próximo gran éxito?”
Yo ya conozco la respuesta: la pereza y otras personas.
“¿Cómo influyen tus perspectivas en tu capacidad para convertir una idea innovadora en una iniciativa explotable?” prosigue.
Dejando las perspectivas a un lado, no entiendo de entrada por qué habría alguien de querer convertir una idea en una iniciativa explotable. La única buena idea en Wall Street es ganar dinero, y no existen respuestas sencillas a cómo se consigue.
Lo que indica todo esto no es que las mujeres digan tonterías, sino que la gente suelta sandeces cuando empieza a pensar en la mujer como tema.
Mientras cavilaba sobre ello, recibí un mensaje de la Asociación de Psicología con el asunto: “Un exceso de hermanas afecta a la sexualidad masculina”.
Decía que se habían llevado a cabo diversos experimentos con ratas cuya conclusión era que los machos criados junto a muchas hermanas dedicaban menos tiempo a montar a otras hembras que aquellos criados junto a machos.
Así que permítanme aportar mi iniciativa explotable que me convertirá en una Arquitecta del Cambio®. Los comités de selección deberían averiguar el número de hermanas que ha tenido un hombre antes de darle un trabajo. Puede que muchas hermanas no enseñen a un hombre a hablar adecuadamente, pero sí le enseñan a comportarse. (Lucy Kellaway)Simplemente, adoro a ésta mujer. Y no tengo nada más que añadir. El día que una mujer directiva española, empiece a cuestionar todas las majaderias que se dicen en reuniones de negocios, políticas o de cualquier tipo denominado "mujeres por el cambio" va a tener en mi, a su segura seguidora. Incluso me tatuaré su nombre, encima mismo de mi ombligo.