En la busqueda de artículos para copiar y dar sentido a los pequeños discursos personales con otros más elaborados que aporten sustancia, hoy recogo y pego un cometario de Iván de la Nuez, crítico de arte que hace una análisis inteligente de la actualidad política. Ese caos sin transfondo de creatividad y sin ningún atisbo de orden. Ahora el humor hay que traspasarlo a lo privado, y tomar con seriedad lo público.
Hay un pasaje archiconocido de Roland Barthes en el que compara la sexualidad de los japoneses con la de los norteamericanos. La frase asegura que “en Japón la sexualidad está en el sexo y en ningún otro lugar, mientras que en Estados Unidos, por el contrario, la sexualidad está en todas partes, excepto en el sexo”. Pues bien, a la política contemporánea le ocurre algo parecido al sexo de los norteamericanos, según aquella frase rotunda y generalista escrita por Barthes hace cuarenta años: está en todos los lugares, menos donde tendría que estar.
Expandida en el deporte y en los proyectos artísticos, en la ubicuidad de la red y en los conciertos benéficos, en los museos y en los archivos, expuesta en la climatología y absorbida por las estrategias económicas. Y, claro, en esas campañas donde se desgranan, por igual, acusaciones histéricas al adversario y falsas promesas a los electores.
Lo más lejos posible de la res publica.
La política actual –en casi todo el arco de colores que la representa- es ese ámbito donde el sustantivo ha dado paso al adjetivo, el futuro ha sido cambiado por la promesa, el debate por el derribo. Y donde se ha trastocado la vieja máxima de Clausewitz: como el simulacro de campo de batalla en que también se ha convertido, la política es hoy “la continuación de la guerra por otros medios”.
Bienvenidos, pues, a la Era del Maximalismo. Este tiempo en el que se nos convoca –o eso dicen- desde una “política esencial”. Sólo que ese esencialismo –desde el socialismo del siglo XXI hasta el Tea Party; desde el terrorismo hasta el estalinismo de mercado implantado a escala global- no radica en el regreso a las tradiciones (aquellas “sustancias”), sino en despojar a la política de sus aristas; podar al discurso de sus dudas. (La gravedad de este deterioro ya fue avisada por Louis Menand hace más de una década en El club de los metafísicos).
La Era del Maximalismo es la de los fundamentalismos sin fundamento, los apotegmas sin ideología: la época, en fin, del reinado de las máximas. (Mientras más furibundas, más repetidas. Mientras más rabiosas… ¡más rabiosamente aplaudidas!)
Ahora, que se aproximan elecciones varias, son muchos los que hablan de votar con la nariz tapada. Esto es: vota a los “tuyos” pese a su ineptitud o corrupción, su demagogia o inoperancia. Una triste complicidad donde la facción se integra dócilmente en la putrefacción. Votantes y no votantes, además de taparse la nariz, podrían asimismo taparse los oídos. ¿Hay en la última década algún político del que merezcan reunirse –y, sobre todo, leerse- sus discursos? Se escuchan sugerencias.
Lo que entiendo por “política” no puede concebirse al margen de lo que entiendo por democracia. Mucho me temo, sin embargo, que la ecuación contraria empieza a ser practicada por una parte de la ciudadanía, que comienza a apañárselas para practicar la democracia al margen de la política.
Se trata, claro, de una dimensión de bajo perfil –con más éxito en la movilización que en la representación-, despojada de los protocolos habituales de la tribuna, la campaña o la obediencia partidista. Una política leve, que considera lo público más allá de lo estatal, lo privado más allá de lo meramente individual, lo social más allá de la masificación. La reactivación, en fin, de eso que algún día se llamó ciudadanía, sociedad civil y, en definitiva, la república ( en el sentido etimológico, histórico y pendiente de esta palabra).
Napoleón solía considerar a la política como “la forma moderna del destino”. Nuestro actual atolladero habla de una ecuación de la cual el destino ha sido suprimido (fin de la historia, del autor, de las ideologías, de izquierdas y derechas). Y no hay política más temeraria que aquella que no tiene futuro.
Así las cosas, resulta pertinente preguntarse si no valdría la pena decretar a la política -en el clímax de su deterioro- como un patrimonio de la cultura; una herencia a la cual necesitamos “proteger” y “restaurar”. Como esas ciudades patrimoniales reconstruidas de manera que no pueden disimular el atrezo. Una pieza arqueológica que acudiremos a contemplar –formando parte de las manadas de turistas- como el vestigio de un antiguo esplendor.
(foto Richard Kern)
16 comentarios:
Marcela, esta entrada te ha quedado bordada.
No digo nada más.
Creo que voy entrar a leerla cada media hora para aprendérmela.
Besos.
Blue,
Te lo agradezco, pero queda claro que no es mia. Por eso es tan buena.
El teclado se ha vuelto loco, los acentos salen punto y coma.
Besos.
Muy bueno el artículo de Iván de la Nuez. Estoy bastante de acuerdo en lo que expone. La foto de Kern es... eeeeh! Curiosa. Una piel muy blanquita.
Un saludo.
¿Sabes cuál es mi concepto de arte? Cuando veo algo que yo sé que sería incapaz de hacer ni entrenando. Ya sé que es una definición más sentimental que racional, pero yo lo siento así.
Y a mí no se me habría ocurrido un símiles tan buenos como el que nos traes.
Por Dios, lo del sexo del principio es genial...
Tú si que sabes qué copiar...
:-) y excelente la foto de Richard Kern
Es increíble, David. Se fija en la blancura de la piel.
Y yo que nunca supe hacer el pino...es posible que tenga que aprender ahora!!!
Desclasado, me gusta tu definición de lo que para ti es arte.
Y sí la frase de barthes es total.
Blue, es excelente y por eso lo comparto, porque mejor no se puede decir.
David, veo que tienes un gusto elaborado y en la idiota sabes cuando algo es realmente bueno. la chica tiene esa imposible potura, para dar rienda suelta al vómito. Y es que no ha tenido tiempo para ir a la playa...
Pilar, el copiar es una forma de elegir, y lo que eliges te define. No olvides que colecciono.
Besos, queridos.
Oye Blue, creo que somos gemelas...( yo tampoco sé hacer el pino, ni lo supe nunca!. Demasiadas coincidencias. Estoy en pleno Master, creo que va a ganr Rafa...
besos azul ultramar ¿recuerdas..?
Pues gracias por avisar porque no sabía que estaba jugando.
Break point!
Qué buen artículo, qué bueno encontrar personas que piensasn con tanta claridad, el último párrafo encierra la gran idea del texto y es genial, jamás se me hubiese ocurrido esa idea de nombrar patrimonio de la humanidad a la política, sin embargo es brillante, y lamentablemente cierta. Un abrazo amiga. Y la foto...of course...buenísimaaaaaa
Me hago socia de tu blog :)
Debería leer nuevamente el artículo y más en profundidad pero hasta ahora, de lo que comprendí, lo que más me llega es el tema del "fundamentalismo sin fundamentos". Creo que una política donde se convierte a los hombres en seres unidimensionales (expresión de David Grossman), donde no existe la flexibilidad y la capacidad de cambio y corrección, nos lleva por muy mal camino. Si el arte es una forma de mantener las estructuras y el poder (pues son las clases poderosas quienes definen qué es arte), es a partir del "no-arte" que surge esa otra dimensión del hombre como ser social, tridimensional, con fundamentos que superan la política.
Maia, ¿te queda de eso que has fumado? Puedo pagar...
Maia, bienvenida y más con ese comentario que es perfecto. Así es la vida y el destino.Grossman for ever.
Un abrazo.
Desclasado, lo que se ha fumado es el humo embriagador de un buen texto...
Para navidad quieres algo de eso, de regalo...?
¡ Corporativismo femenino, corporativismo femenino contra mí!
(La verdad es que siendo la primera vez que Maia escribe en tu blog no debí bromearla en un sitio en el que acaba de llegar. Perdón, Maia, es que como te conozco de mi blog, pues... ¿Y va muy caro el gramo de eso?)
Jo, lo que estoy aprendiendo desde que vengo por aquí. La foto de la chica ya de por sí es instructiva, que en esto del sexo no hay ser timoratos y al que le guste el waterlingus, pues adelante. El artículo recogido me devuelve a tiempo de lecturas donde la persona seguía siendo el centro de todo, economía incluida. De todas formas, me he prometido a mi mismo releer esta entrada en cuando deje la medicación unos días.
Besos desde mis oscuridades.
Intimista, la medicación tendremos que dejarla un poco más adelante. Las personas y no las cosas es lo importante.
La chica es para animar un poquito la entrada.
Besos
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