Cuando los trincan, la publicidad de lo que encuentran es lo más de lo más: el alijo incautado, las mujeres a las que prostituían, los coches que robaban. En el caso de ETA siempre pillan a los dirigentes, que crecen como colas de culebra. Parece la película de Scorsese "Uno de los nuestros."
Debo ser idiota, porque no logro entender cómo se pasan la información de que en España la justicia es lenta y la impunidad grande. Bueno, es muy fácil. A los que trincan los sueltan inmediatamente para que corran la voz.
El gobierno, y las instituciones están interesados en vigilar...a los inocentes.
También hay mafiosos con muy buenos trajes, muchos BMW (bad man wagon) y mucho poder. Todos veraneando, y trabajando, en sus cosillas. País para llegar y trincar, país en el que no se puede fumar, ir a más de 120 Km/h, y cosillas que atentan contra el estado mismo del bienestar.
"Uno de los nuestros"
En la película, el protagonista entra con su nueva chica en un restaurante de moda. Sin reservar, eso es poder, pero a gran escala y con mayúsculas. No hay sitio. Está abarrotado. Sin embargo, un camarero le lleva a través del pasillo, rápidamente. En su camino por pasillos, por escaleras e incluso por la cocina, Henry va saludando a todo el mundo y a algunos de ellos les da un billete de veinte dólares. Cuando entran en la zona destinada al restaurante, el encargado se acerca a saludarlos de inmediato, con buenos modales y un toque de peloteo. “¿Tienes una mesa?”, pregunta Hill. “Sí, desde luego”, dice el tipo, y hace una seña a alguien que está fuera de plano y le pide una mesa, y ese alguien es un camarero que tarda apenas un segundo en aparecer, llevando en alto mesa y mantel. Esa rapidez no es un fallo, sino la diligencia que muestran otros cuando el poder se materializa.
En menos de un parpadeo, la mesa está montada con su lámpara, las sillas y la corte de siervos alrededor. “El Señor Tony”, de la mesa vecina, les envía una botella de regalo. Henry reparte unos pavos. Karen no da crédito. Aún no lo conoce bien. “¿A qué te dedicas?”, pregunta. Hill dice: “A la construcción”.
Pero el público sabe que es un gángster.
En menos de un parpadeo, la mesa está montada con su lámpara, las sillas y la corte de siervos alrededor. “El Señor Tony”, de la mesa vecina, les envía una botella de regalo. Henry reparte unos pavos. Karen no da crédito. Aún no lo conoce bien. “¿A qué te dedicas?”, pregunta. Hill dice: “A la construcción”.
Pero el público sabe que es un gángster.
¿Existen los negocios sucios? Solamente si se hacen bien.
(instalación de Martin Creed)
4 comentarios:
Ya te he contado que me estoy leyendo a cachitos el libro "Gomorra", sobre la camorra napolitana y me se ponen los vellos de punta, hija.
No recuerdo exacta la frase, venía a ser algo así: "Los políticos, los edificios públicos y las putas se hacen respetables si duran lo suficiente".
Lo que pasa es que la frase es ingenua y donde pone políticos debe poner mafiosos.
¡Qué memoria! ¿O la has visto hace "na"? ¿En algún telediario, quizás?
Marcela, te podría contar mil anécdotas de traficantes de droga o constructores (que antes fueron traficantes) entrando en restaurantes o sitios públicos "arrasando", claro que, con mucho menos estilo que el de la película, pero las conductas de los mafiosos son siempre iguales.
Bicos.
(Tengo que ponerme al día, ja, ja)
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