lunes, 14 de julio de 2014

Mente en blanco




No pienses en nada, deja la mente en blanco. Se dice pronto, pero no resulta nada fácil. En cuanto se pone uno a la tarea, resulta que nada empieza a ser algo. Peor aún, algo inaprensible y efímero como un espectro, un itinerario absurdo sin memoria del origen ni aspiración a un destino, una patera a la deriva sin la menor esperanza, una pesadilla de oscuridad y vacío. ¿Te ha pasado alguna vez? A los voluntarios del experimento de Timothy Wilson, un psicólogo audaz de la Universidad de Virginia, sí les ha pasado, y no una vez sino 11: durante los 11 interminables experimentos a los que han sido sometidos, y que seguramente no olvidarán en lo que les quede de vida.
El concienzudo estudio de Virginia muestra por encima de toda duda razonable que los humanos odiamos quedarnos solos con nuestros pensamientos, aunque solo sea 10 minutos. Si te dejan solo sin el móvil ni la tableta, sin el libro ni la música, tu pensamiento no logra concentrarse en nada y se limita a vagar de una cosa a otra de la forma más torpe e inútil. La experiencia es tan desagradable que el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres prefieren recibir una descarga eléctrica antes de acabar esa experiencia pavorosa, esos 10 minutos de eternidad. Increíble pero cierto, y publicado en Science.
Pocos artículos técnicos vienen encabezados por una cita poética, pero en este caso Wilson, de manera comprensible, no ha tenido más remedio que recurrir al Paraíso perdido de Milton: "La mente es su propia morada, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo". Y sobre todo lo segundo, cabría añadir tras este trabajo.
"Nuestra investigación", dicen Wilson y sus colegas de Virginia y Harvard, "muestra que la mayor parte de la gente prefiere estar haciendo algo –incluso dañarse a sí mismos— que no hacer nada o sentarse en soledad con sus pensamientos". Los 11 experimentos muestran de distintas formas que los participantes, antes de quedarse solos consigo mismos, prefieren escuchar música, navegar por la red o mandar mensajes con susmartphone. Incluso recibir una desagradable descarga eléctrica y largarse a su casa antes de que pasen los 10 minutos. Cabe preguntarse qué ha sido de la proverbial gandulería que se le supone a la especie humana.
Los 10 minutos son solo un promedio: los experimentos oscilaron de 6 a 15 minutos –esto último ya una tortura—, e incluyen a gente de los 18 a los 77 años de todo tipo de extracción social y nivel académico y cultural. "Aquellos de nosotros que anhelamos tener un poco de tiempo para no hacer nada más que pensar", dice Wilson, "seguramente encontramos estos resultados sorprendentes; para mí desde luego lo son; ni siquiera la gente mayor mostró la menor debilidad por quedarse sola pensando".
El primer autor del estudio no cree que ese horror al vacío sea una consecuencia del ritmo frenético de la sociedad actual o la seducción incesante de las novedades tecnológicas. Más bien piensa que esa interminable sucesión de innovaciones técnicas es una consecuencia de nuestra sed natural de actividad. Primero fue el horror al vacío, y después vino Whatsapp a paliarlo. Antes había libros y punto de cruz para la misma función.
Wilson y sus colegas intentan averiguar ahora a qué se debe esa pasión de la gente por hacer cualquier cosa en lugar de no hacer nada. "Todo el mundo disfruta de vez en cuando soñando despierto", dice el psicólogo, "o fantaseando sobre cualquier cosa, pero este tipo de pensamiento parece ser placentero solo cuando ocurre espontáneamente, no cuando se le pide explícitamente a la gente que lo haga". Pedir a alguien que deje la mente en blanco no parece ser una gran ayuda.
La mente es en verdad su propia morada, dijo Milton. Pero, como señaló otro poeta, en ninguna parte se está como fuera de casa.

8 comentarios:

Genín dijo...

Ya me parecía a mi que siempre fui un poco rarito, son pocos 10 minutos, puedo estar mucho mas tiempo pensando en la inmortalidad del cangrejo rojo viudo con deleite...
Besos y salud

Blue dijo...

Me parece un poco exagerado, pero sí que es verdad que hay gente que no puede parar de hacer cosas. Y como en todo, al revés también pasa, piensas en todo al mismo tiempo pero no haces nada.
Ah, el equilibrio, jajaja.

Besos.

marcela dijo...

Genin, yo puedo estar colgada de la nada bastante tiempo, y además cuando llevo una temporada de no hacerlo, me entreno para volver a coger hábito.
Besos y salud.

marcela dijo...

Blue, yo conozco personas que no paran de hacer cosas para no encontrarse frente a sus pensamientos. Y eso si los tienen. Un beso.

Gata Chopada dijo...

Buf!!, que nos coja a nosotros (Genin, Blue, Leonarda y yo) el Wilson ese, y lo que le tocaría es abrir las apuestas a ver quién de todos duraba más -yo apostaría por mí-. Más que un experimento o EECC, sería una timba aquello.
Y a nosotros tendría que darnos el 60% de las ganancias. Me parece un buen reto-negocio, a ver Leonarda, tú que conces a todo el mndo, veas a ver si te pones en contacto con el Wilson ese y le retas. Luego negociaremos las condiciones: hamacas cómodas, temperatura ambiente adecuada, condiciones de hidratación y nutrición, salinidad,quién realizará el reportaje, entrevistas en los medios post-ensayo...etc, etc.

V dijo...

Estoy de acuerdo. Quedarnos a solas mirándonos de frente a lo más profundo del espejo, en la morada interior...
es interesante el tema...aunque se puede ver de ambas formas. Puede quien escuche música, vaya al gimnasio, pradtique natación, lea un libro, escuche una ópera, vaya al cine, escale una montaña o se apunte a un curso de cocina para evadirse...o justamente para seguir conociéndose. Muy interesante. un abrazo

marcela dijo...

Gata chopada, ya nos vamos a apuntar para todos los estudios que lleven a cabo las universidades americanas, sobre todo Carolina y Nebraska, que son universidades para ese tipo de Estudios. Al final, la vida si uno se lo monta puede ser hasta fácil
. El ipad escribe lo que le peta, porque es vago de narices,
.besos

marcela dijo...

V, decía la filosofa Hanna Arent que la única posibilidad de pensar bien y con eficacia era no haciendo nada.
Un abrazo