sábado, 12 de diciembre de 2020

La era de los idiotas

Cebrián se enfrenta a la realidad como un testigo soliviantado que observa cómo, en el caso de España, uno de los grandes logros de su generación, la citada Transición, naufraga en medio de una gestión gobernada por idiotas.Consciente de los riesgos de la doblez de esa palabra, idiota, el autor, académico de la RAE, precisa que utiliza el término no con la intención de ofensa o de insulto, “pese a que algunos lo merezcan”, sino en la segunda acepción que registra el diccionario: “Engreído sin fundamento para ello”. El libro es una explicación del caos y una casuística de la idiotez, que observa en gentes tan principales como TrumpBolsonaro o Sánchez, pero también en gobernantes de otra relevancia, pasada o presente, como Zapatero, Blair, Torra, Carmen Calvo, Salvador Illa, Fernando Simón o Isabel Díaz Ayuso.El libro está escrito con ingenio, como aconseja el autor de Panfleto contra el Todo, y con información, y es también “agresivo y masivo”, pues a la memoria del autor, y a su escritura, marcada por el disgusto ante lo que observa, acuden no solo hechos presentes, sino otros que están en su memoria y alimentan su desencanto o su indignación.Pocos títeres quedan con cabeza del examen general al que somete Cebrián a los protagonistas presentes del caos que describe. Parte principal de su disgusto español es el estado actual de la herencia de la Transición, principalmente de la Monarquía. El Estado de las autonomías ha sufrido ataques debidos a una idiotez cuya mayor metáfora procede de la gestión de la demanda catalana, ante la cual “la desidia, el miedo, la arrogancia y la estupidez se fueron turnando para impedir los cambios constitucionales que la cuestión territorial demandaba”. Por otra parte, el “no nos representan” del que surgió Podemos y esta fuerza política fue mordiendo el prestigio de “una historia de éxito en la que nos sentíamos orgullosos”.

Cebrián escribió con Felipe González El futuro no es lo que era. Y del futuro trata la última línea de esta crónica apasionada de su desencanto: “El futuro nunca está escrito, depende de nosotros, por lo que no podemos dejarnos arrastrar por la depresión ni la fatiga. Este es mi manifiesto final sobre cómo resolver el formidable caos en el que andamos metidos por culpa, entre otras cosas, de un puñado de idiotas”. “Sólo la política”, dice Cebrián, “y por tanto los políticos, serán capaces de sacarnos de esta situación”. Los actuales reciben un suspenso rotundo, así que hay que “descubrir valores jóvenes y acudir a la experiencia de los mayores en busca del liderazgo que acabe con los oportunistas”. Si hay futuro, viene a decir Cebrián en este manifiesto (o panfleto), estará otra vez, como al principio de la presente historia, en el consenso, vaciado ahora por políticos a los que él califica como engreídos sin fundamento. Es decir, como idiotas.

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