miércoles, 17 de septiembre de 2008

la invasión de los idiotas elegantes


Los amos del universo. Así se sentían los ejecutivos de Lehman Brothers tan sólo hace un año cuando la revista Fortune calificó al banco de inversiones, fundado en 1850 por los hermanos Henry, Emanuel y Mayer Lehman, como «la entidad financiera más respetada del mundo».
Durante años, Lehman presumió con arrogancia de su fortaleza. No en vano, el banco podía alardear de haber superado con éxito todas las pruebas a las que el mercado le había sometido, incluyendo el crash del 29.
Como en la novela de Tom Wolfe (La hoguera de las vanidades), Lehman representaba, quizás mejor que ningún otro banco de Wall Street, esa cultura financiera que hace que ciertos ejecutivos se comporten como si, en efecto, fueran los amos del universo.
Lehman Brothers era un banco políticamente correcto. Fomentaba la promoción de las mujeres a los puestos directivos, sancionaba la discriminación a sus empleados homosexuales, e incluso había creado un Fondo Filantrópico: por cada dólar que pusieran los empleados en él, los dueños ponían dos dólares.
Pero junto a ese comportamiento ejemplar, que hacía de él el lugar favorio para trabajar para la mayoría de los ejecutivos, según encuestas de Financial Times, Lehman también participaba de algunos de los vicios que han llevado al desastre a los grandes bancos de inversión. Su presidente, Dick Fuld, era un auténtico amo del universo, un poco sobrado de autoestima. En abril, rechazó una oferta de compra del banco HSBC por 35.000 millones de dólares. ¡Quién los pillara ahora! Fuld cobraba un bono anual de 40 millones de dólares y estaba obsesionado por la ropa. Su lema era que los banqueros de inversiones tenían que ser los ejecutivos mejor vestidos. Pero, sobre todo, su obsesión era tomarle la delantera a su competidor por excelencia: Goldman Sachs. Esa carrera le llevó a tomar decisiones arriesgadas (garcía-abadillo)
....el final no ha sido feliz para la empresa. El Sr. Fuld, ha cobrado un finiquito de más de 5 millones de dólares por llevarla a la bancarrota. No me dirán que la historia no es tan apasionante como la herencia de Rocío Jurado. (mañana más, porque preveo un día duro para otros bancos) cosas mías.

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