...Como habían
pasado 15 años, sentí que había que reflexionar sobre la llegada de internet:
de qué forma había cambiado la manera de pensar lo que es público y lo que es
privado. Después, hace dos años, cuando la Universidad de Columbia organizó una
conferencia que se llamaba 2000+, que analizaba las urgencias de la
teoría arquitectónica, escribí el primer capítulo de esta nueva investigación.
Se trata de hacer una reflexión o incluso un mapa.
Ver cómo los social
media, que no estaban en el año 2000, poco a poco han ido llegando. Primero
con cosas como Friends Reunited o MySpace hasta que empiezan a
crecer exponencialmente, a tal que punto que hoy hay más de 1,000 millones de
personas usándolos. Es algo que no podemos eludir ni desconsiderar, pues cambia
por completo las relaciones entre lo público y lo privado, lo exterior y lo
interior, que son las maneras en las que siempre pensamos la arquitectura. Esto
me llevó a otro tema que también me llamaba mucho la atención en aquel momento.
Había leído en el Wall Street Journal que 80% de los profesionales
jóvenes de Nueva York trabajaban en la cama, que se ha convertido en el lugar
donde realmente la gente no sólo trabaja, sino que también se conecta. Al mismo
tiempo, y después de la crisis de 2008, toda una nueva generación se encuentra
sin trabajo en los lugares tradicionales, pero sobrevive —y algunos hasta viven
bien— con una serie de trabajos que ya son muy diferentes, de freelance.
En situaciones como Nueva York, donde el espacio es muy reducido y donde la
mayoría de la gente vive en un estudio que prácticamente abres la puerta y te
tiras en la cama, ésta se ha convertido en el centro del universo, un universo
en el que no hay ni noche ni día.
Es la cultura del 24/7 de la que habla
Jonathan Crary y que define como una forma de explotación en la edad del
capitalismo tardío. Hoy puedes estar trabajando con China o Australia, en un
horario que te obliga a despertar a mitad de la noche y luego te vuelves a
dormir.
Todo esto me
hizo volver sobre lo que fue la transformación más radical del siglo XIX, la
separación entre el lugar de trabajo y el de la vivienda. Walter Benjamin, por
ejemplo, habla de este nuevo sujeto que se constituye en el interior y en la
oficina. Esta separación, de alguna manera, colapsa en este momento, con la
vuelta a una confusión entre el trabajo y la vida, entre el día y la noche, que
es incluso pre-industrial, pues antes de la sociedad industrial no existía eso
de las ocho horas. La gente, cuando se iba la luz hacía de todo: dormían,
comían, hacían el amor, trabajaban, luego volvían a dormir; era una cosa más
fluida. Hoy, cuando te preguntas dónde tienes el teléfono, te das cuenta de que
duermes con él; estamos siempre conectados, el teléfono es la última cosa que
acaricias en la noche y la primera en la mañana.
(De una entrevista a Beatriz Colomina, arquitecto)
5 comentarios:
No pude dejarte ningún mensaje en los otros blog, cuando lo escribia y hacia clic para enviar, se borraba, lo intenté varias veces pero no hubo manera, a lo mejor con este sucede lo mismo... :(
Besos y salud
Menos mal, este si se ha publicado... :)
Besos y salud
Genin, muchas gracias si tú desapareces,yo desaparezco, la verdad es que va al. Un beso y salud.
bueno por aqui queda gente antes del holocausto....un saludo....muy buena entrada
Bueno primero se hicieron las casas al lado de las fabricas, posteriormente como las fabricas no cabían en las casas, las hicieron más pequeñas... Es el fundamento de la miniaturizacion de los medios de producción...
Publicar un comentario