domingo, 9 de noviembre de 2008

economía doméstica

La escritora islandesa Ingibjörg Haraldsdóttir escribió hace más de una década un poema que resume a la perfección los que ha sucedió en Islandia el mes pasado. En esos versos, resumidos por el periodista del diario británico The Guardian, Ben. H. Murray, se describe una sala de reuniones llena de hombres que hablan, beben y fuman. Toman importantes decisiones pero, cada tarde, después de cada encuentro, una mujer entra y se encarga de la limpieza de la sala.

Pese a que este poema tiene más de diez años de antigüedad, hace apenas tres semanas recobró toda su actualidad cuando el Gobierno de Islandia decidió fichar a dos mujeres para intentar restablecer la normalidad y, lo que es más importante, la confianza en el maltrecho sistema bancario holandés, arrasado por el tsunami financiero.

En varios blogs he repetido que de una crisis económica sólo nos puede salvar un gobierno de mujeres, y a ser posibles viudas, porque sólo las mujeres saben economía para tiempos de crisis.

“No es que las mujeres tengan mayor aversión al riesgo que los hombres, sino que son más conscientes del él”, comentaba la profesora Susan Vinnicombe, directora del International Centre for Women Leaders de Cranfield School of Management a Financial Times.

Mujeres, pero mujeres mujeres, no ejecutivas agresivas imitando a los hombres en su autoridad y ambición.

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